Acabamos de terminar la primavera, estación en la que vemos brotar nueva vida, los días alargan y las noches encogen, el clima empieza a ser más cálido. Todo ello crea una explosión de euforia en la naturaleza, de la que la especie humana forma parte. La economía española también se ha contagiado del cambio estacional, y su prolongado invierno parece que está próximo a su fin, lo que ha levantado también una euforia en algunos ámbitos del gobierno y de la sociedad española. Pero hay que ser cautos y no echar las campanas al vuelo prematuramente, ni menos vender la piel del oso antes de terminar de cazarlo. Nos lo recordaba el informe de la misión del FMI que ha visitado España las últimas semanas. Es verdad que la tendencia de los indicadores apunta a que en la segunda mitad del año el PIB deje de caer y probablemente inicie posteriormente una ligera recuperación. Pero hay que ser conscientes de que durante al menos un par de años dicha recuperación no va a ser explosiva, sino bastante contenida. Quedan much os ajustes, saneamientos y reestructuraciones que llevar a cabo, es decir, mucho lastre que la economía debe soltar antes de que pueda elevarse. Y quedan también muchas reformas por hacer, si queremos aumentar el potencial de crecimiento, que la crisis ha dejado muy mermado, y reducir la insoportable tasa de paro. El peligro de crear un clima de euforia prematuro es que todos, Gobierno, empresarios, agentes sociales y ciudadanos de a pie, relajemos nuestro empeño en los deberes pendientes pensando que ya los hemos terminado de hacer, lo que nos llevaría a una situación de estancamiento durante muchos años.
Entre los datos que están contribuyendo a este clima de euforia, se encuentran los del comercio exterior de mercancías, cuyos resultados de abril conocimos esta semana. Las exportaciones parece que han superado el bache del último trimestre del pasado año, provocado por el debilitamiento de los mercados exteriores, y vuelven a crecer con fuerza. Según las cifras elaboradas por el ministerio de Economía a precios constantes (en volumen), las exportaciones aumentaron en el primer trimestre a una tasa anualizada del 7,5% respecto al trimestre anterior y las de abril han superado en un 42% la media del primer trimestre, también en tasa anualizada.
En todo caso, los datos mensuales del comercio exterior son provisionales y muy volátiles, de forma que esta última tasa probablemente se compense en el mes siguiente con una caída. Por ello es conveniente someter a las series a un proceso de suavizado, para extraer la tendencia. El gráfico superior izquierdo recoge el crecimiento de las exportaciones e importaciones en estos términos, y vemos que el ritmo de crecimiento de las primeras va a más y alcanza una tasa anualizada del 6% en los tres últimos meses respecto a los tres anteriores. Este crecimiento supera ampliamente al de las exportaciones de la zona euro y probablemente al del comercio internacional. Los factores que explican este comportamiento positivo son principalmente dos: la mejora de la competitividad, que se pone de manifiesto claramente en la evolución de los costes laborales relativos por unidad producida, y la fuerte caída del mercado doméstico (demanda interna).
El crecimiento de las exportaciones y la moderación de la caída del consumo y la inversión internos explican que también las importaciones se estén recuperando y hayan pasado ya a registrar tasas positivas, que en términos tendenciales se sitúan por encima del 1%. Esta tasa sigue siendo notablemente inferior a la de las exportaciones, por lo que la aportación del saldo exterior al crecimiento del PIB continúa siendo positiva, de hecho, el único sostén del mismo.
Por lo que respecta a los precios del comercio exterior, durante este año se observa una caída de los mismos, reflejando el debilitamiento de la demanda mundial. Lo positivo para España es que la caída de los de las importaciones es mayor que la de las exportaciones. Ello, unido al mayor crecimiento a precios constantes de estas últimas, se traduce en una aceleración de la corrección del déficit comercial. El acumulado en los cuatro primeros meses del año es un 59% inferior al del mismo periodo del año anterior. Es de destacar que en el comercio de productos no energéticos la balanza ya es positiva para España, igual que en los intercambios con el resto de socios de la zona euro, a pesar de que las exportaciones a dicha zona registran tasas negativas.