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Implicaciones electorales del envejecimiento y de las políticas sociales

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En esta entrada vamos a hacer un ejercicio consistente en identificar las fuerzas sociales alineadas con el cambio frente a las fuerzas encargadas de defender el statu quo. Tradicionalmente, el statu quo se definía por relación al sistema productivo, lo que daba lugar, por ejemplo, a la contraposición entre patronos y trabajadores, pero la expansión de las políticas de bienestar aconseja que hoy en día prestemos atención preferente al sistema redistributivo, toda vez que la mayor parte de los conflictos en las sociedades avanzadas tienen una naturaleza redistributiva y, de hecho, están relacionados de una forma u otra con las políticas sociales. Supongo que no es necesario recordar la centralidad de la problemática de las pensiones o la educación en el debate público contemporáneo.

Desde esta perspectiva, el sistema distributivo español se caracteriza por un sesgo a favor de la tercera edad típico de los países mediterráneos, en virtud del cual la casi totalidad del gasto social es gasto consuntivo (pensiones y subsidios), lo que deja poco margen para otro tipo de partidas que podemos agrupar bajo el epígrafe de inversión social (infancia, conciliación, investigación, etc.). Esto hace que las preferencias políticas y electorales de la población se distribuyan ya no tanto en función de la contraposición entre izquierda y derecha (tal como ocurría cuando el conflicto social giraba en torno al reparto de salarios y rentas) como en función de otros ejes de competición. Dado el protagonismo que ha tenido en los últimos años en la transformación del sistema político, nos vamos a ayudar en este caso de la oposición entre “vieja” y “nueva política” para ilustrar el nuevo eje de competición política que se establece en España a partir de 2015, más allá de la competición entre izquierda y derecha.

En este punto, adoptamos la hipótesis de que la oposición entre “vieja y nueva política” implica no solo diferentes actitudes ante la corrupción o distintas formas de hacer política (parece claro, por ejemplo, que la “nueva política” incentiva la participación), sino que hay una afinidad electiva entre la opción por la “vieja política” y la defensa del statu quo, entendiendo por tal un modelo centrado típicamente en el sistema de pensiones como prioridad absoluta de la política social, en tanto que la “nueva política” iría asociada a preferencias más o menos intensas por otras formas de política social y, en particular, por políticas de inversión social. Desde esta perspectiva, el nuevo eje de competición que aquí planteamos ya no contrapone a las clases medias con los trabajadores, como era tradicional en la oposición entre derecha e izquierda, sino que contrapone a las nuevas clases medias con las clases pasivas de jubilados y amas de casa, siendo las primeras las más partidarias de otras políticas sociales y de una revisión de las prioridades de gasto, en tanto que las últimas estarían guiadas por la defensa del actual modelo distributivo.

«En el nuevo eje de competición política que se inaugura en las elecciones de 2015 la contraposición entre fuerzas del cambio y fuerzas en defensa del statu quo está representada por las nuevas clases medias, por el lado del cambio, y las clases pasivas de jubilados y amas de casa, por el lado de la defensa del statu quo»

Con esto no queremos decir que esta diferencia en las preferencias de unos grupos sociales y otros en materia de política social sea la única explicación de la contraposición entre “vieja y nueva política”, sino que sería un factor más a tener en cuenta, junto con las diferencias obvias existentes en el terreno de la cultura política, tal como puede observarse cuando preguntamos por preferencias entre seguridad y libertad o pedimos opinión sobre el grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en España (véase el artículo publicado en el número 28 de Panorama Social con este mismo título).

Con estas premisas, vamos a presentar un modelo de clase social novedoso que intenta explicar no tanto la distribución de preferencias entre izquierda y derecha como la distribución entre “nueva y vieja política”, para lo cual vamos a agrupar el voto de 2015 de dos maneras: a la manera tradicional de contraposición entre izquierda y derecha (PSOE y Podemos, por un lado, y PP y Cs por otro) y a la manera como proponemos aquí: PP y PSOE (partidos tradicionales en la tabla: T), por un lado, y Cs y Podemos (partidos nuevos: N) por otro. En la tabla adjunta, podemos observar que, en efecto, la escala resultante no ordena bien la oposición entre izquierda y derecha (de hecho, las clases sociales más a la izquierda son los trabajadores manuales, en particular los descualificados, que ocupan el centro de la escala), pero ordena perfectamente las preferencias entre “nueva y vieja política”, de tal manera que los principales apoyos a la “nueva política” están localizados en las nuevas clases medias (NCM), especialmente cuando están situadas en el sector público (educación, sanidad, etc.), seguidas de los trabajadores no manuales. Por el contrario, los principales apoyos a la “vieja política” están localizados en las clases pasivas de jubilados y amas de casa, seguidos de las viejas clases medias (autónomos, pequeño negocio…). En esta escala, los trabajadores manuales ocupan una posición intermedia.

Voto 2015 según clase social

ID = (PSOE+Ps) (PP+Cs)

NT= (Cs+Ps) (PP+PSOE)


Nuevas Clases Medias del sector público Nuevas Clases Medias del sector privado Trabajadores no manuales Manuales cualificados Manuales no cualificados Viejas Clases Medias JUBILADO AMA DE CASA 2015 Total*
I-D 8,2 7,4

3,0

10,3

15,2

-10,5
-6,9
-10,3

2,7
N-T 22,5 12,8

11,3
4,9

-1,2

-10,5
-36,5

-38,7

-8,9

En suma, en el nuevo eje de competición política que se inaugura en las elecciones de 2015 la contraposición entre fuerzas del cambio y fuerzas en defensa del statu quo está representada por las nuevas clases medias, por el lado del cambio, y las clases pasivas de jubilados y amas de casa, por el lado de la defensa del statu quo.

Más información en el artículo ‘Implicaciones electorales del envejecimiento y de las políticas de bienestar’, incluido en el número 28 de ‘Panorama Social’.

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