El mercado de trabajo español se caracteriza por tener una enorme debilidad estructural histórica. Su incapacidad para generar un número suficiente de empleos de calidad que garanticen el pleno empleo, es un lastre para la economía española desde hace ya muchas décadas. Pero esa fragilidad no afecta por igual a todos los grupos de individuos. Los jóvenes sufren unas condiciones en el mercado de trabajo español notablemente peores que los adultos. Aunque este fenómeno no es exclusivo del mercado de trabajo español, sí que adquiere en España, por sus cifras llamativas (37,5% en el tercer trimestre de 2017), un especial dramatismo y muestran la enorme dimensión económica y social del problema. Esas elevadas cifras, evidencian que el desempleo juvenil en España lejos de ser un problema friccional, generado por la natural complejidad de la transición desde el sistema educativo a la vida laboral, tiene su origen en factores institucionales estructurales tanto de su sistema económico y social, en general, como de su mercado de mercado de trabajo, en particular.
Sin ninguna duda, cualquier tipo de desempleo constituye un problema social y económico de primer orden en cualquier economía. Pero, el desempleo juvenil acarrea un problema adicional respecto al desempleo de otros subgrupos porque el futuro social y económico de cualquier economía depende de los individuos jóvenes. De manera que, si el mercado de trabajo no es capaz de incorporarlos de manera eficaz y en buenas condiciones a la actividad económica y social, el futuro de esa economía corre un riesgo cierto.
«Aquellos trabajadores que pasaron más de seis meses desempleados antes de los 30 años de edad sufren con mayor probabilidad otra experiencia de desempleo durante su vida laboral».
En todo este contexto, se entiende perfectamente que la literatura económica que ha analizado las causas y consecuencias del desempleo juvenil sea muy amplia tanto a nivel internacional como nacional. Una de las mayores preocupaciones que se han mostrado los últimos años en relación a las consecuencias del desempleo juvenil, es conocer el potencial impacto negativo que tiene a largo plazo sobre la vida laboral de los individuos, si existen o no “cicatrices” permanentes en la vida laboral de los individuos que sufrieron desempleo cuando eran jóvenes. Conocer si existe o no este impacto negativo a largo plazo es fundamental para saber si es preciso diseñar o no políticas específicas de lucha contra el desempleo juvenil, o si basta con las políticas generales de lucha contra el desempleo.
La evidencia empírica a nivel internacional parece apuntar hacia la existencia de esos efectos permanentes de los episodios de desempleo juvenil, de esas “cicatrices” en la vida laboral de los individuos en diferentes niveles como los salarios, las situaciones futuras de empleo y/o desempleo, e incluso la felicidad y bienestar de los individuos. Para España, aunque es escasa, existe cierta evidencia sobre la existencia de esas “cicatrices” debidas al impacto del desempleo juvenil. Precisamente, uno de los principales objetivos de este trabajo es aportar nueva evidencia para el caso de España del posible impacto que tiene sobre las posibilidades de sufrir desempleo en la edad adulta el haber sufrido episodios de desempleo durante la juventud. Así, hemos analizado los efectos a largo plazo del desempleo juvenil en España usando los datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales. Los resultados confirman que aquellos trabajadores que pasaron más de seis meses desempleados antes de los 30 años de edad sufren con mayor probabilidad otra experiencia de desempleo durante su vida laboral. De manera que, el círculo vicioso en el que se ven introducidos muchos jóvenes españoles de “no tengo empleo o lo tengo de pésima calidad, con lo cual no puedo adquirir experiencia suficiente y adecuada para tener un buen empleo y, en consecuencia, o no tengo empleo o solo lo tengo de mala calidad”, lejos de ser un círculo con efectos limitados en el tiempo, parece que genera cicatrices profundas en la trayectoria profesional de los individuos.
Las elevadísimas tasas de paro juvenil españolas justifican de por sí, la articulación de políticas activas contra el desempleo juvenil en España. Pero, además, la confirmación de la existencia de cicatrices permanentes en la vida laboral de los individuos generadas por ese desempleo, no hace sino, mostrar la necesidad de llevar a cabo, de una vez por todas, una lucha decidida contra las tasas de desempleo juvenil. Medidas de calado, que modifiquen los factores institucionales estructurales que se encuentran detrás del problema del desempleo en España, en general, y del desempleo juvenil, en particular.
Si padecer con mayor probabilidad desempleo durante la juventud en comparación a la edad adulta tuviera un origen simplemente friccional, y además el sufrir desempleo juvenil no tuviera ningún impacto negativo reseñable a largo plazo para los individuos, éste se podría considerar como un pequeño bache sin trascendencia en la vida laboral, por el que pasan muchos jóvenes debido a los naturales inconvenientes que conlleva pasar de ser un estudiante, sin ninguna experiencia laboral, a ser un individuo plenamente integrado en el mercado de trabajo. Si eso fuese así, desde una perspectiva de política económica, el desempleo juvenil no merecería tratamiento diferenciado ni atención especial respecto al desempleo en general. Sin embargo, si el desempleo juvenil tuviera un componente diferencial propio, no friccional, y/o además, generara en los individuos duras y relevantes secuelas económicas y sociales, verdaderas “cicatrices” en la vida laboral de los individuos, que perduran en el tiempo, sin duda, la actitud hacía el desempleo juvenil desde una perspectiva de política económica debería ser diferente: habría que ser muy proactivo y tenaz en la lucha contra él.
Más información en el artículo ‘Desempleo juvenil en España: situación, consecuencias e impacto sobre la vida laboral de los adultos, publicado en Papeles de Economía Española, número 156