En el simposio de Jackson Hole (Wyoming), organizado por el Banco de la Reserva Federal de Kansas City, circula la flor y nata de los banqueros centrales y algunos de los mejores economistas de todo el mundo. El encuentro de este año celebrado hace unos días ha sido una evaluación honesta de los resultados de la política económica (eminentemente monetaria) que ha propiciado una salida parcial de la crisis pero no ha permitido dejarla atrás. Y así parece que será por un tiempo considerable… Si es que no se reabre algún frente, algo que no se descarta. No se han cansado de decirlo los banqueros centrales en los últimos años: el experimento monetario era una respuesta necesaria y contundente pero insuficiente. Ellos han hecho su labor pero recuerdan los límites. Parecen decir “hasta aquí hemos llegado”.
Este Jackson Hole ha sonado a cierre de época. Probablemente incluso el último de Janet Yellen como presidenta de la Fed. Su primer mandato expira en febrero y Trump, aunque siempre impredecible, no parece contar con ella para continuar en el cargo. Y ella no perdió la oportunidad de mandar un mensaje claro a la administración estadounidense. Algo así como: queda mucho por hacer, aunque hasta ahora casi todo lo hemos hecho desde el banco central y, al menos, no lo estropeen eliminando parte de la regulación que ha hecho al sistema financiero más seguro.
«Se considera que hay una “recuperación económica cíclica” que tiene como referencia tasas de crecimiento de PIB y de empleo similares a las de antes de la crisis pero con peores salarios y expectativas intergeneracionales muy desiguales».
Mario Draghi, quien volvía al simposio tras varias ausencias, también pareció cambiar el paso. Sugirió igualmente que el esfuerzo monetario y la regulación financiera habían permitido remontar el vuelo a las economías a ambos lados del Atlántico. Pero siendo consciente de que en la eurozona la vuelta atrás de tal expansión monetaria será más lenta, mostró una considerable preocupación por las políticas proteccionistas que amenazan la recuperación. A falta de estímulos fiscales, la solución es más apertura comercial pero no parece que vayan por ahí los tiros en muchos casos y a Draghi le inquieta.
En cierto modo, la de Yellen y Draghi es una llamada a la responsabilidad a los principales gobiernos mundiales. Se intuía temor en sus palabras. Una preocupación que ilustraron otras intervenciones en las que se evidenciaron retos que requieren extraordinaria mesura y en los que se ha avanzado solo relativamente: encontrar el equilibrio entre responsabilidad fiscal y estímulo al crecimiento, favorecer el comercio internacional mejorando la igualdad o recuperar capacidad adquisitiva ante un cambio tecnológico que deprime los salarios. Se considera que hay una “recuperación económica cíclica” que tiene como referencia tasas de crecimiento de PIB y de empleo similares a las de antes de la crisis pero con peores salarios y expectativas intergeneracionales muy desiguales.
Mi visión personal es que ya ha habido un cambio de paradigma. Ni la productividad, ni el empleo, ni la relación entre oferta y demanda son lo mismo hoy que a principios del 2000. El cambio ya empezó antes de la crisis y, por eso, es difícil volver a algo que teníamos hace diez años porque la estructura económica es ya otra.