Si bien el inicio de año ha sido decepcionante, las señales de una próxima recuperación se hacen más palpables y solo un error de política económica o un brote de irracionalidad podrían enturbiar las perspectivas. Allí donde la vacunación está más avanzada, como en EE UU y Reino Unido, las expectativas registran un repunte abrupto. En ambos países, el principal índice de coyuntura se sitúa en terreno netamente positivo, tanto en la industria como en el sector de servicios que deja atrás el abismo de la pandemia. La eurozona, aunque con retraso, empieza a desperezarse, como lo muestra la evolución favorable de los índices, tanto en la industria como en los servicios
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El incipiente despegue avala la estrategia de los gobiernos con recetas audaces de lucha contra la crisis y de contención del paro, con el apoyo de los bancos centrales. El resultado, sin embargo, ha sido inevitablemente una escalada de la deuda pública, que de momento se financia con comodidad en los mercados gracias a las compras masivas pilotadas desde Frankfurt: cerca de 104.000 millones de bonos españoles han sido adquiridos por el banco central desde el inicio de la pandemia.
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La continuidad de esta política, piedra angular de la estrategia, es precisamente una de las principales cuestiones que se plantean de cara a la sostenibilidad del esfuerzo de los Estados. Porque los halcones han empezado a manifestar su preocupación por la envergadura de las inyecciones de liquidez y el riesgo inherente de inflación. La consecuencia es que, en contra de lo que se anticipaba, el BCE no está incrementando el volumen de compras de bonos públicos —algo que explica que los tipos de interés se hayan alejado de los mínimos de inicios de año—.
El repunte de los costes de producción podría dar alas a esas voces críticas. El índice de costes industriales alcanzó en abril el nivel más alto de la última década, y algunas empresas del sector del automóvil tienen que reducir la cadencia de producción ante la interrupción de suministros. Es bastante probable que la inflación supere el umbral fatídico del 2% en los próximos meses. Y, si bien todo apunta a que el fenómeno será transitorio, esta circunstancia será aprovechada por los detractores de la política expansiva del banco central, que ya cuestionan la necesidad de mantener los incentivos más allá de la primavera de 2022 (a partir de ahí, las presiones se intensificarían para frenar el programa).
También ronda la ortodoxia fiscal, como lo muestra el hecho que una cuestión en apariencia meramente técnica como la ratificación de la ampliación de recursos del presupuesto europeo se esté demorando más de lo previsto. El trámite es imprescindible para la emisión de eurobonos y la financiación del plan de recuperación. Su aprobación parecía garantizada gracias al acuerdo del Consejo Europeo, pero sucede que 10 países miembros, entre otros Alemania, Austria, Finlandia y Holanda, no han dado luz verde todavía.
Todo apunta a que el visto bueno del gobierno germano es inminente, lo que podría desbloquear la situación. Sin embargo, las reticencias prefiguran un áspero debate en torno a la futura orientación de la política fiscal y la eventual reactivación de las reglas europeas de déficit a partir del próximo ejercicio.
En suma, el contexto de tipos de interés ultra-reducidos, de apoyo masivo del BCE y de flexibilidad presupuestaria será puesto a prueba más pronto que tarde. Disponemos, por tanto, de un tiempo limitado para transformar el giro coyuntural en un sólido crecimiento, es decir una expansión que se retro-alimente sin necesidad de nuevos impulsos. Para ello, es crucial poner en marcha en cuanto antes el plan de inversiones y de reformas que atiendan a los desequilibrios económicos y sociales que arrastra el país. Y que éste cuente con un amplio consenso, en Bruselas, y sobre todo en el seno de la sociedad española.
ÍNDICE DE COYUNTURA | El indicador de gestores de compra de la eurozona consolidó su avance durante el mes de abril (el PMI aumentó hasta 53,7, superando ampliamente el nivel 50 que marca la expansión). En Reino Unido, las señales de mejora son más ostensibles: en ese país el indicador alcanza el valor más elevado de los últimos ocho años (con un PMI de 60). La economía americana también consolida su despegue, fruto del levantamiento de las restricciones, de la progresión de la vacunación y del plan Biden (el PMI de EEUU escala hasta 62,2).
Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.