La mayor parte de la población mundial se concentra en las ciudades con el consiguiente consumo de suelos y energías que señalan niveles preocupantes para la economía y la sostenibilidad del planeta. Por ese motivo, afrontan el cambio hacia un modelo inteligente de ciudad auspiciado desde todos los foros internacionales en los que se manejan las dos grandes cuestiones de la aldea global: el cambio climático y los grandes movimientos migratorios. En ese contexto se hace urgente valorar la gestión integradora de los recursos naturales en un escenario de ofertas y demandas desajustadas, modelo al que al que el comercio urbano minorista puede contribuir –por ilusorio que parezca– mediante nuevas estrategias locacionales que racionalicen emplazamientos y su relación con los inputs necesarios (cantidad de suelos, costes funcionales de energía, infraestructuras del transporte). Del mismo modo, todos los protagonistas de las ciudades habrán de asumir un rol de corresponsabilidad a la medida de los requerimientos de la ciudad inteligente. En lo que a nuestro caso concierne, la oportunidad requiere incardinar el potencial innovador del tejido comercial y el marco normativo en un nuevo modelo de consumo del tiempo y el espacio como ya se prueba en algunos ámbitos autonómicos de nuestro país.
El presente texto plantea romper con la imagen de los grandes centros comerciales como sujetos pasivos del planeamiento urbanístico para otorgarle el rol de motor de cambios sobre determinadas dinámicas urbanas, en tanto que nodos o ejes que articulan grandes sectores urbanos. Las tendencias urbanísticas adoptadas hace décadas se han mantenido recurriendo, a menudo por inercia de la práctica de la planificación, a la zonificación y sectorización como principal soporte operativo de la ordenación urbana, si bien es cierto que el modelo denota hoy día signos de agotamiento en tanto que la adscripción de usos del suelo (fragmentada, cuantitativa) venía dada con el único fin de emular un canon de ordenación sin cuestionarse alternativas que pudieran surgir. No se reparó en los medios ni en los efectos que podían devenir así que la ciudad finalmente encontró resquicios para desarrollos no previstos de nuevos suelos. Actualmente los vaivenes demográficos entre centros y coronas metropolitanas, el agotamiento de suelos y la pérdida de calidad ambiental hace desistir de aquellas prácticas, e impulsa a buscar soluciones creativas, racionales y viables que respondan a una estrategia integral satisfactoria para el conjunto de la ciudad.
«La concepción de los grandes centros comerciales, tanto en el rol articulador como en su dimensión espacial edificatoria tienen a su alcance oportunidades para integrar un discurso socioambiental sin arriesgar su propósito transformador».
El abandono de los procesos urbanos expansivos descritos y el tránsito a las ciudades inteligentes constituye el reto del urbanismo actual en España, donde siempre se pueden aprovechar las ventajas de la ciudad compacta como referente histórico y exitoso para adaptar necesidades y pautar el crecimiento. Así se propone un paso más en la normalización de los procesos territoriales sin renunciar a protagonistas fundamentales como el factor social y dinámicas inevitables como el consumo (balance energético). Los recursos naturales, modos de transporte y combustibles, energía edificatoria, economía del tiempo… son componentes de un sistema indisoluble que ha de recuperarse para las generaciones presentes y futuras. Apelar a los compromisarios que han de protagonizar y liderar esta transformación urbana, es una cuestión prioritaria para la ciudadanía, no solo por la exigencia que se ha de hacer a las administraciones, sino por la asunción de responsabilidades que conlleva el empoderamiento de los habitantes y usuarios de las ciudades. Como parte del engranaje urbano metropolitano, los grandes centros de actividad –no solo comerciales– habrán de tomar iniciativas con el respaldo de instancias públicas, de tal manera que sumen esfuerzos y fortalezcan los proyectos de nuevos desarrollos urbanos/regeneración de espacios.
La concepción de los grandes centros comerciales, tanto en el rol articulador como en su dimensión espacial edificatoria tienen a su alcance oportunidades para integrar un discurso socioambiental sin arriesgar su propósito transformador. La crisis financiera e inmobiliaria vivida en nuestro país recientemente representa un punto de inflexión cuya pedagogía no debe caer en el olvido, de tal modo que los grandes centros comerciales, como el resto del comercio y actividades económicas, pueden contribuir a no reincidir en los errores del pasado. Proponerlos como protagonistas activos que pueden contribuir al diseño de una ciudad habitable, inteligente y cohesionada es todo un reto para promotores y comercializadores, pero lejos de eludir responsabilidades, el sector tiene ante si una oportunidad de renovarse en el marco de la nueva ciudad del siglo XXI.
Esta entrada es un resumen del artículo ‘Grandes equipamientos comerciales: nuevas oportunidades para el desarrollo urbano’, publicado en el número 153 de Papeles de Economía Española. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.