Por fin, y tras marear la perdiz durante mucho tiempo, el BCE se ha decidido a actuar. Aplausos. Además, esta vez no se ha quedado en medidas de puro maquillaje, sino que ha puesto en marcha un paquete que seguramente supera las expectativas de la mayoría de agentes y analistas económicos. No se ha decidido aún a dar el paso de otros bancos centrales de comprar masivamente activos privados y públicos para inyectar liquidez de forma directa (a la vena), pero ha anunciado que lo está estudiando si las medidas tomadas ahora no fueran suficientes.
La mayoría de lectores conocerán ya el grueso de estas medidas: bajada del tipo de financiación principal en 10 puntos básicos, hasta el 0,15% y establecimiento de la facilidad de depósito en -0,1%, es decir, que los bancos van a tener que pagar por guardar el dinero en el BCE, lo que debería incentivar que lo utilicen para financiar a la economía; acuerdo de dejar de vender títulos de deuda pública (programa SMP) en la cartera del Banco para no reducir la liquidez; puesta en marcha de líneas de crédito a los bancos a cuatro años de vencimiento (TLTRO), que pueden llegar hasta el 7% del saldo que estos tengan en préstamos al sector privado no financiero, excepto el hipotecario a hogares, lo que podría ascender a 400.000 millones de euros para toda la zona euro; posibilidad de que los bancos capten del BCE TLTROs adicionales cada trimestre hasta 2016 por importe de hasta tres veces el saldo del crédito nuevo otorgado al sector privado no financiero, excepto el hipotecario a hogares. Las medidas sobre tipos de interés tienden a abaratar el coste de la financiación para la economía y el resto, a aumentar los recursos de los bancos para prestar, pero con la condicionalidad de que éstos destinen realmente estos recursos a prestar al sector privado no financiero, excluyendo los préstamos para adquisición de vivienda (no se quiere alimentar una nueva burbuja inmobiliaria). Es decir, los bancos tendrán más recursos, pero se pretende que éstos no los dediquen a financiar la deuda pública o simplemente a mantenerlos líquidos en el propio BCE, como han hecho en gran medida hasta ahora.
(1) Sin empleados del hogar y cuidadores no profesionales.
Fuentes: M. de Empleo, INE, Banco de España y Funcas. Gráficos elaborados por A. Laborda.
Como hemos comentado en alguna otra ocasión, estas medidas eran necesarias para reanimar la adormecida economía europea, para impedir que caiga en deflación y para tratar de depreciar un euro sobrevaluado que perjudica las exportaciones del área. Ahora bien, no nos creemos demasiadas expectativas. La política monetaria, especialmente cuando no se coordina con la fiscal y otras medidas de carácter más estructural y se enfrenta a problemas en el sistema financiero (lo que ocurre en la zona euro), tiene una capacidad limitada. En el caso de España, estas medidas atacan el problema de la restricción crediticia desde el punto de vista de la oferta, pero debemos tener presente que el escaso crecimiento del crédito también obedece a problemas desde el punto de vista de la demanda. Las familias y sobre todo las empresas españolas siguen estando muy endeudadas y las perspectivas de negocio, aunque mejorando, siguen siendo modestas. Todo ello limita su capacidad para que los bancos les presten con garantías. En realidad, serán las mejoras de la economía y de los balances de las familias y empresas las que permitirán que progresivamente aumente el crédito. Son dos procesos que interactúan entre sí y que irán reforzando la recuperación de la economía.
Los indicadores coyunturales conocidos esta semana muestran que la economía sigue mejorando progresivamente. Las afiliaciones a la Seguridad Social, en términos desestacionalizados, volvieron a aumentar en mayo por noveno mes consecutivo, concretamente en 50.000 (198.320 en términos originales). Además, van acelerando su ritmo de crecimiento, situándose la tasa anualizada de los tres últimos meses sobre los tres anteriores en el 3%. Todos los sectores, incluida la industria y la construcción, presentan ya tasas positivas. La de los servicios predominantemente de mercado alcanza el 3,8%. Es posible que este indicador de afiliaciones esté sobreestimando el crecimiento del empleo, pero el caso es que éste ya está aumentando, que es lo relevante. También están aumentando notablemente los contratos laborales registrados y, además, en los últimos meses aumentan más los de carácter indefinido. Como consecuencia de la creación de empleo y de la disminución de la población activa, el paro sigue descendiendo.
Todos estos datos y otros que vamos conociendo de abril y mayo permiten adelantar que el crecimiento del PIB del segundo trimestre podría superar en una o dos décimas porcentuales la tasa trimestral del 0,4% que registró en el primero.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).