Está siendo muy comentado el creciente interés del banco italiano UniCredit por el alemán Commerzbank, del que el primero ya tiene un 21% de las acciones. La operación está aún lejos de llegar a buen puerto. Sería el primer movimiento corporativo transfronterizo de calado en el sistema financiero europeo. Una especie de pistoletazo de salida a lo que reclaman los informes para la UE de Enrico Letta y Mario Draghi: una completa integración de los principales mercados estratégicos, que incluye el financiero, y la aparición de campeones europeos para competir con sus pares estadounidenses y asiáticos. Quedan semanas —o incluso meses— de idas y venidas. Por lo pronto, el gobierno alemán —con el canciller Olaf Scholz a la cabeza— ha mostrado primero su escepticismo y posteriormente su oposición a esa adquisición.
En la UE hemos presenciado sobre todo fusiones bancarias domésticas. Nuestro país es un claro ejemplo con varios procesos desde finales de la década de 1980. El Mercado Único, la llegada del euro y la crisis financiera trajeron un número elevado de fusiones y adquisiciones bancarias que permitieron redimensionar el sector, reducir exceso de capacidad y obtener sinergias y ahorros importantes en costes operativos. Aún es incierto lo que pasará en la operación entre BBVA y Sabadell, de claro perfil doméstico, pero con importantes ramificaciones internacionales. Nuestra banca, además, llevó a cabo una notable expansión internacional especialmente en Hispanoamérica pero también en Estados Unidos y Reino Unido. También adquiriendo entidades medianas o negocios de algunos países europeos, siendo la vecina Portugal el principal destino, que no único. Sin embargo, las operaciones transfronterizas entre dos campeones nacionales son inéditas en la UE.
Los movimientos corporativos entre empresas de diferentes países no ahorran tantos costes operativos ya que hay escaso solapamiento de estructuras y oficinas, pero logran redimensionar ante los nuevos desafíos tecnológicos y de internacionalización, dos de las tendencias en las que un banco bien posicionado puede generar nuevos negocios rentables, en un contexto de fuerte competencia y estrechamiento de márgenes. Permite liderazgo en los mercados financieros, sistemas de pagos y nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, que requiere fuertes inversiones. Seguirán existiendo operadores fundamentalmente nacionales con negocios rentables. Pero se precisan bancos transnacionales —al igual que empresas energéticas o tecnológicas— para alcanzar los beneficios de la escala de los mercados europeos. La posible operación entre UniCredit y Commerzbank, salga adelante o no (nótese mi escepticismo), debe servir, al menos, para que se reflexione en serio sobre las desventajas de frenar o impedir directamente, una vez tras otra, las ganancias de una dimensión en línea con la magnitud del mercado europeo.
Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia.