En los últimos años, la profusa oferta de películas, documentales y series en streaming que tienen como protagonistas a adolescentes o jóvenes afectados por diversos trastornos del espectro autista (TEA) ha contribuido a aproximar esta realidad a la sociedad[1]. Con la doble pretensión de entretenimiento y educación social, estos contenidos audiovisuales —no libres de controversia— narran historias que se desarrollan en contextos, como el hogar o el lugar de trabajo, demarcados por las relaciones con familiares, parejas, amigos o compañeros. Menos frecuentes son las representaciones del autismo en las instituciones educativas. Y, sin embargo, en ellas se desarrolla una parte muy considerable de la vida de las personas afectadas por TEA.
En España, los estudiantes con TEA matriculados en el sistema educativo no universitario ascendían a 69.000 en el curso 2021/22 (el último con datos publicados); 83% de ellos, varones. Alrededor de uno de cada seis de esos 69.000 estudiantes (16%) recibía educación especial en centros específicos o en unidades específicas de centros ordinarios; el resto (84%) estudiaba en aulas compartidas con chicos y chicas sin necesidades educativas especiales. En la década transcurrida entre los cursos 2011/12 y 2021/22, la proporción de este alumnado integrado en centros ordinarios aumentó en más de 15 puntos porcentuales. Pero no es este el dato más llamativo de las estadísticas, sino el que evidencia el aumento de estudiantes con TEA, cuyo número casi se cuadruplicó entre ambos cursos, con un incremento del 447% entre los integrados en centros ordinarios, y del 181% entre los matriculados en educación especial (gráfico 1).
Como otros países occidentales, también España registra en los últimos años un aumento muy significativo de estudiantes con TEA. En el curso 2021/22 representaban el 0,84% del total del alumnado,
mientras que diez años antes esta cifra apenas alcanzaba el 0,24% (gráfico 2). Investigaciones recientes atribuyen este incremento fundamentalmente a las mejoras en la diagnosis, que han permitido identificar más niños y jóvenes con TEA que bien ya formaban parte del sistema educativo, bien se han ido incorporando a él con diagnósticos tempranos[2].
El crecimiento de la presencia de estudiantes con TEA se observa en todos los niveles educativos. Llamativamente, su peso en la educación primaria (que ha pasado del 0,22% en el curso 2011/12 al 0,92% en 2021/22) se acerca ya a la cifra en la que suele fijarse la prevalencia poblacional del autismo (1%)[3]. Pero el aumento de la participación en el sistema educativo destaca particularmente en la Formación Profesional (FP). En el curso 2011/12, solo 22 estudiantes con TEA estaban matriculados en FP de Grado Superior en toda España, cifra que aumentó a 658 diez años después. Con todo, es en las enseñanzas de Formación Profesional y Bachillerato donde la proporción de estudiantes con TEA sigue siendo más reducida. Mientras que en la Educación Secundaria Obligatoria el porcentaje es del 0,75%, en FP de Grado Medio se sitúa en el 0,42%, y en Bachillerato, en 0,26%. En Formación Profesional de Grado Superior alcanza el porcentaje más bajo, con 0,16% (gráfico 2).
Si partimos del supuesto de que los estudiantes diagnosticados pueden recibir una formación más adaptada a sus necesidades, es razonable esperar de los niños y las niñas con TEA escolarizados actualmente en educación primaria y secundaria una participación más prolongada en el sistema educativo que la de quienes, padeciendo este trastorno, no fueron diagnosticados. Ciertamente, no cabe obviar que los logros educativos de estos estudiantes también dependerán de las afectaciones específicas que sufran. Aunque los estudiantes con TEA compartan dificultades para comunicarse y adecuar sus comportamientos a las reglas y usos sociales que prevalecen en contextos específicos, muestran mucha diversidad por lo que se refiere a su capacidad intelectual y la concurrencia o no de otros trastornos o discapacidades.
La inclusión de los alumnos afectados por TEA en los centros ordinarios ha implicado el trabajo colectivo de la comunidad educativa, y muy especialmente, del profesorado. Tres cuartas partes de las y los profesionales de la educación que participaron en una encuesta de Autismo España en el curso 2020/21, afirmaron haber recibido formación sobre TEA, y la mayoría (75%) declaró haber cubierto personalmente los costes de esa formación[4]. Lo cierto es que, a pesar del esfuerzo del sistema educativo, la disponibilidad de recursos humanos expertos para atender debidamente el aumento de los estudiantes con necesidades especiales sigue siendo, en opinión de muchas familias y de diversos colectivos de profesorado, insuficiente. La importancia de contar con apoyo experto en las aulas que incluyen a estudiantes afectados por TEA se entiende mejor si se tiene en cuenta tanto la ayuda que necesitan para adaptarse a las rutinas de enseñanza-aprendizaje y de convivencia, como la formación continuada que precisan sus compañeros de clase para manejar adecuadamente las situaciones complejas que pueden producirse en las aulas. En esa formación reside probablemente una de las claves para reducir los casos de acoso escolar a los estudiantes que padecen TEA. Su mayor vulnerabilidad a este tipo de acoso está ampliamente reconocida, y la denuncian con intensa preocupación familias y organizaciones sociales[5].
Que
el autismo ha adquirido en los últimos años más visibilidad social es tan
innegable como que la comunidad de personas afectadas por TEA —que incluye,
además de a ellas, a sus familias, sus amigos, sus profesores y a las
organizaciones que las representan— considera insuficiente esa visibilidad
adquirida. “No invisible” (#AutismNotInvisible) es el lema elegido por el
movimiento Autism-Europe y sus miembros en el Día Mundial de Concienciación
sobre el Autismo de 2024; “Autismo cerca de ti” (#AutismoCercaDeTi), el que ha
propuesto la Confederación Autismo de España. Uno y otro tienen un mismo
sentido: ayudar a que la población tome conciencia de una realidad que exige
conocimiento, comprensión y apoyo efectivo.
[1] Sirvan como ejemplo de series de gran audiencia The Big Bang Theory (2007), The Good Doctor (2017), Astrid et Raphaëlle (2019), As we see it (2022) o La Reina Roja (2024).
[2] Véase, por ejemplo, Chiarotti, F. y Verosi, Al (2020). Epidemiology of Autism Spectrum Disorders: A review of worldwide prevalence estimates since 2014, Brain Sciences. 10, 274.
[3] Véase, por ejemplo, la información que aporta la Organización Mundial de la Salud.
[4] Encuesta realizada a 471 profesionales de la educación. Información disponible en Confederación Autismo España (2021). Situación del alumnado con trastorno del espectro del autismo en España, curso 2020-2021.
[5] Véase, por ejemplo, el vídeo “No estás solo”.