La actual coyuntura es fruto de dos tendencias contrarias. Por una parte, el consumo ha entrado en fase de desaceleración. Pero por otra, el comercio exterior está repuntando gracias a la inesperada recuperación de la economía europea y a la benevolencia del Banco Central Europeo. De este antagonismo dependen en buena medida, la evolución de la actividad económica y el paro para este año.
La ralentización del consumo refleja el frenazo en la renta disponible de los hogares. Pese al sólido aumento del empleo, las remuneraciones se han estancado, provocando una pérdida de poder adquisitivo para los asalariados. Asimismo, la mínima revalorización de las pensiones (un 0,25% en 2017, y otro tanto en 2018) no compensa la inflación –un 1,1% en diciembre. Además, después de las rebajas fiscales de años anteriores, los pagos de impuestos han aumentado, lo que también ha contribuido a mermar la renta disponible.
Gráfico 1
Hasta fechas recientes, los hogares reducían su ahorro para amortiguar el impacto de la ralentización en su renta disponible. En 2017, se estima que los hogares ahorraron el 6% de sus ingresos, acercándose al mínimo histórico (ver gráfico). Por tanto, todo apunta a que el consumo privado moderará su crecimiento en los próximos meses, salvo sorpresa en los cuerdos salariales, poco verosímil en el contexto actual.
Gráfico 2
Por fortuna, la economía europea está mostrando un vigor inesperado que se deja notar en las exportaciones. En 2017, la zona euro batió el record de crecimiento del último lustro. El BCE estima que la zona creció un 2,4%, es decir siete décimas más que las previsiones realizadas un año antes. La mayoría de analistas pronostica que la expansión se mantendrá este año. Las exportaciones españolas hacia la zona euro crecen a un ritmo próximo al 7%, dos puntos más que durante el inicio de la fase de recuperación. Las ventas a países no-europeos crecen casi el doble.
«Las señales de debilitamiento que se han empezado a notar y el final anunciado del dopaje monetario muestran que la ventana de oportunidad acabará por cerrarse»
Gracias a la pujanza exportadora y a la contención de las importaciones, el sector exterior se mantiene como uno de los principales motores del crecimiento. Este contexto, junto con la favorable situación financiera de las empresas, la abundancia del crédito y los casi nulos tipos de interés, es propicio a la inversión, tanto en bienes de equipo como en vivienda.
Lo más probable es que el debilitamiento del consumo gane terreno con respecto al tirón exportador y de la inversión. Pero la expansión se mantendrá y con ella la creación de empleo, que podría alcanzar 450,000 nuevos puestos de trabajo durante el año.
Un balance previsiblemente positivo, que sin embargo no debería ocultar algunas de las reformas pendientes más acuciantes, como en materia de calidad del empleo o de educación. Algo que ayudaría a equilibrar el reparto de la renta y a elevar la renta disponible de los hogares, aportando una respuesta estructural a la caída de la tasa de ahorro.
Por otra parte, el contexto externo no está exento de riesgos. El principal es sin duda el impacto que pueda tener la normalización de la política monetaria. Esta semana, los mercados han empezado a reaccionar al aumento de tipos de interés y a la reducción del volumen de títulos de deuda en el balance de la Reserva Federal de los EE.UU. Los países más endeudados, y España es uno de ellos, son los que más se exponen a este tipo de perturbaciones, que sin duda se recrudecerán cuando el BCE emprenda la misma senda que su homólogo americano. Conviene mayor contundencia en la corrección de los desequilibrios fiscales. No será fácil, porque habrá que dar respuesta a los desafíos territoriales surgidos a raíz de la crisis catalana.
Un año más, los indicadores económicos siguen en luz verde y la coyuntura es favorable. Pero las señales de debilitamiento que se han empezado a notar y el final anunciado del dopaje monetario muestran que la ventana de oportunidad acabará por cerrarse.
Fuentes de los gráficos: INE y Funcas.