Una evidencia probada en el ámbito educativo es que la calidad de los docentes es un factor clave en la mejora del rendimiento académico de los estudiantes. Ahora bien, junto a certidumbres empíricas como este planean ideas o creencias como, por ejemplo, que que los sistemas educativos más exitosos contratan a sus docentes entre los graduados universitarios más destacados. ¿Es esto cierto? ¿Se consigue una enseñanza más efectiva con sistemas de contratación basados en pruebas de mérito?
Andreas Schleicher, director de Formación y Competencias de la OCDE, analiza esta cuestión buceando en los datos de la Encuesta de Competencias de Adultos de la OCDE (PIAAC por sus siglas en inglés, Programme for the International Assessment of Adult Competencies) (Vea aquí la jornada virtual de Funcas sobre PIAAC). Schleicher muestra que no existe respaldo empírico de esa idea y muestra que en ningún país los docentes se ubican sistemáticamente en el tercio superior de graduados en habilidades de lectura o matemáticas. Tampoco se encuentran en el tercio inferior, sino que sus habilidades suelen situarse en torno al promedio de los universitarios.
En países como Japón, Corea, Canadá y el Reino Unido, los docentes superan en competencias numéricas al promedio de los graduados universitarios (gráfico 1). En otros, como Chequia o Suecia, sucede lo contrario. En España, los docentes tienen una mayor competencia en matemáticas que el conjunto de la población de nuestro país con estudios superiores.

El gráfico 2, por su parte, pone en relación la competencia en matemáticas de los docentes y el desempeño de los estudiantes en matemáticas en distintos países. En general, se observa una tendencia positiva: los países donde los docentes tienen mayores habilidades numéricas tienden a obtener mejores resultados en pruebas estandarizadas de matemáticas, como PISA. Sin embargo, la relación no es perfectamente lineal. Algunos casos que destacan son los de Japón y los Países Bajos, donde los docentes tienen altos niveles de competencia numérica y al mismo tiempo se registra un rendimiento estudiantil sobresaliente en matemáticas. En contraste, Singapur, a pesar de liderar las evaluaciones internacionales en esta materia, tiene docentes con niveles de competencia numérica relativamente más bajos.

Este patrón sugiere que el éxito educativo y el rendimiento de los alumnos no depende exclusivamente de las habilidades matemáticas de los docentes, sino de un conjunto más amplio de factores, como el currículo, la formación docente, las condiciones de enseñanza o la organización del sistema educativo. En este sentido, Schleicher enfatiza que los países deben centrarse en mejorar la formación y el desarrollo profesional de los docentes, en lugar de depender únicamente de la captación de candidatos con buenos expedientes académicos. Además, destaca la importancia de ofrecer condiciones laborales atractivas, no solo en términos salariales, sino también en términos de prestigio y oportunidades de crecimiento, para atraer y retener a los mejores.
Mérito y experiencia
La selección del profesorado basada en el mérito parece ser una estrategia intuitiva para mejorar la calidad educativa, pero también la evidencia empírica muestra que este enfoque puede tener efectos adversos. Busso y otros estudiaronuna reforma implementada en Colombia en 2005 que estableció un sistema de contratación basado en la evaluación de conocimientos específicos y aptitudes pedagógicas de los candidatos. El objetivo del cambio era atraer a docentes con mejores habilidades académicas. En la práctica, el sistema sustituyó a docentes con experiencia por docentes noveles con buenos resultados en los exámenes de selección, reemplazándose cerca de 40.000 profesores con varios años de experiencia. La proporción de docentes con menos de cinco años de experiencia se triplicó, pasando del 10% al 30% del total. En su estudio, los investigadores encontraron que, pese a sus mejores expedientes, la falta de experiencia de los nuevos profesores redujo significativamente el aprendizaje de sus estudiantes. En los 15 años posteriores a la reforma, las puntuaciones en los exámenes de secundaria de los alumnos disminuyeron en un 8,2% de una desviación estándar (el equivalente a lo que se aprende en tres meses de clase), y la probabilidad de acceder y graduarse de la universidad se redujo en más del 10%.
Otros estudios muestran que la falta de experiencia puede compensarse. Un trabajo de Ganimian y otros exploró esta idea en India mediante un experimento en el que se contrató a estudiantes universitarios con formación en matemáticas y ciencias para enseñar en escuelas primarias durante un año. Los fellows recibieron formación, guiones de clase detallados y apoyo de entrenadores pedagógicos. Y, a pesar de ser más jóvenes, menos educados y con menos experiencia que los docentes regulares, superaron a los maestros en 1,4 desviaciones estándar en un test de conocimientos y pedagogía. Tras un año, sus estudiantes obtuvieron puntuaciones 0,34 desviaciones estándar más elevadas en matemáticas (el equivalente a los que aprende en un curso académico), 0,22 en ciencias y 0,15 en lenguaje. Este experimento demuestra que, si bien la experiencia docente es fundamental, las deficiencias pueden compensarse con apoyo estructurado, materiales pedagógicos efectivos y supervisión constante, y que la dotación de estructuras de apoyo pedagógico a los nuevos docentes desde el inicio de su carrera puede ser una alternativa a la contratación basada en el mérito.