Las universidades españolas están experimentando un proceso de internacionalización, tanto de profesorado como de alumnado. La proporción de profesorado extranjero en España está aumentando claramente (2,6% en 2016-2017; 3,4% en 2021-2022), y lo mismo ocurre con los estudiantes: crece la proporción de estudiantes españoles matriculados en el extranjero. Esta tendencia no se debe a los programas de estancias cortas que no están orientadas a la obtención de un título en una universidad española (“movilidad de créditos”), sino al crecimiento de la proporción de la llamada “movilidad de grado”, que representó el 5,8% de la matrícula en las universidades presenciales en el curso 2021-2022, 2,5 puntos porcentuales más que en el 2016-2017 (gráfico 1).
A pesar de la creciente proporción de estudiantes extranjeros matriculados, España se sigue situando en este aspecto por detrás de la media de la Unión Europea. Según datos de Eurostat, los estudiantes de movilidad de grado en España representaban en 2022 el 4,8% del total de la matrícula universitaria en España (en universidades presenciales y no presenciales), casi la mitad de la media de la UE27 (9,4%) (gráfico 2) y, en cualquier caso, significativamente por debajo de los de grandes países (de elevado PIB per cápita) como Alemania (12%) y Francia (10,6%) o, fuera de la UE, el Reino Unido (20,9% en 2019). Pero la cuota española también es inferior a las registradas por países más pequeños y menos ricos como Portugal (11,8%) o Hungría (14,3%). Si se mantuviera la tendencia lineal del periodo 2017-2022 (+0,2 puntos por año), la proporción de estudiantes móviles procedentes del extranjero tardaría más de 20 años en alcanzar la media actual de la Unión Europea, aunque la tendencia implícita en los datos del gráfico 2 apunta a un camino algo más corto.
Dado el bajo porcentaje de estudiantes móviles en España, puede afirmarse que el atractivo internacional de las universidades españolas es comparativamente bajo. Si prestamos atención al volumen de todos los estudiantes procedentes del extranjero (de un país europeo o del resto del mundo) que se matriculan en universidades europeas, España acogió al 3,9% en 2022, claramente por debajo de su peso demográfico en el conjunto de países europeos considerados (9%). La brecha es aún mayor para los 826.000 estudiantes móviles de origen europeo (3,3%) y, especialmente, para los 570.000 asiáticos (1,3%) (gráfico 3). Así pues, parece que las universidades españolas no tienen mucho éxito en la atracción de estudiantes europeos y asiáticos. Es cierto que, como podría esperarse, España es líder indiscutible, con un 30,2%, en la acogida de estudiantes latinoamericanos, aunque, en todo caso, solo suman 105.000, apenas una octava parte de los estudiantes europeos y una quinta parte de los asiáticos. Aumentar la presencia de estudiantes internacionales en las universidades españolas requiere, por tanto, mejorar su influencia institucional y académica entre los públicos europeos y asiáticos.
Esta entrada está basada en un texto publicado al respecto en el último número de Focus on the Spanish Society, que incluye, además, un análisis sobre el acceso universal al sistema sanitario en España y otro sobre la satisfacción de los usuarios de la sanidad.