Tras la Gran Recesión los sistemas de renta mínima se han situado en el centro del debate público. Este trabajo analiza el impacto de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) vigente en el País Vasco, región pionera en la introducción de este tipo de esquemas en España, que está vigente desde 1989.
La RGI, como tal, es una política pasiva, cuyo principal objetivo no es la salida hacia un empleo, sino la reducción de la pobreza. Una de las críticas más frecuentes que este tipo de políticas pasivas reciben es que tienden a reducir los incentivos a trabajar a los perceptores de las mismas. Esto les haría caer en la llamada “trampa de pobreza”, cronificando su situación como perceptores de la ayuda. Aunque el objetivo de cualquier política pasiva no es acelerar la empleabilidad de los parados, sino complementar sus rentas para paliar su situación de pobreza, es importante preguntarse si la RGI provoca o no un “efecto retraso” en la salida a un empleo, y si es así, medir su magnitud. Esta pregunta se aborda en la segunda parte del documento. Por otra parte, la recepción de la RGI, en principio, viene acompañada de políticas activas –de orientación y formación fundamentalmente– con el objetivo de que los beneficiarios de la RGI puedan «emanciparse» de la misma e integrarse plenamente en el mercado laboral. La última pregunta que el trabajo aborda es hasta qué punto las políticas activas que se ofrecen al colectivo RGI en el País Vasco aceleran la transición hacia el empleo.
«La RGI tiene un impacto sustancial en la reducción de la pobreza para las diferentes medidas y umbrales utilizados. A pesar de esto, la pobreza no se erradica por completo».
Los resultados de la primera parte del análisis muestran que la RGI tiene un impacto sustancial en la reducción de la pobreza para las diferentes medidas y umbrales utilizados. A pesar de esto, la pobreza no se erradica por completo. En primer lugar, porque hay personas pobres que no cumplen con los requisitos para ser beneficiarios de la RGI y, en segundo lugar, porque en algunos tipos de unidades familiares, en particular en las más grandes, la cuantía recibida no es suficiente para sacarles de la extrema pobreza.
Los resultados de la segunda parte del análisis muestran, por un lado, que las tasas de salida al empleo de los perceptores de RGI frente al resto de desempleados registrados difieren notablemente, como también lo hacen sus características. Sin embargo, mediante una evaluación contrafactual se concluye que la RGI en sí misma no retrasa la salida a un empleo, sino que la menor salida a un empleo de los beneficiarios de la RGI respecto a los no beneficiarios se debe exclusivamente a las diferencias en sus características (menor capital humano y mayor duración en el desempleo, principalmente). En cuanto a la evaluación de la activación de los receptores de la RGI, los resultados indican que las políticas activas destinadas a los beneficiarios de la RGI, y en particular la formación, tienen un fuerte impacto positivo en la reincorporación al empleo de sus usuarios.
Más información en el artículo ‘El impacto de la renta de garantía de ingresos en Euskadi’, publicado en Papeles de Economía Española, número 156