Aunque Rusia y Gazprom se han embarcado en una estrategia “girar hacia Asia”, es claro que, durante al menos los próximos cinco años, Europa seguirá siendo el principal mercado de exportación para el gas ruso. Sin embargo, el modelo de negocio de Gazprom en Europa se enfrenta a numerosas amenazas. La emergencia del nuevo GNL procedente de EE.UU. y Australia ha tardado en materializarse, pero en 2018 debería comenzar a aumentar, tal como todo el mundo espera, mientras que la demanda de gas en muchos mercados fuera de Asia se mantiene relativamente estancada. Mientras tanto, la Unión Europea sigue buscando formas de reducir su dependencia del gas ruso, y el presidente Donald Trump actúa como el principal defensor de las exportaciones del GNL americano como sustituto para el gas ruso, incluso utilizando la excusa de sanciones políticas para promocionar el gas estadounidense. Más aún, las consecuencias de las discusiones de la COP21 y el Acuerdo de París de diciembre de 2015 todavía son manifiestas, con el gas considerándose en muchos lugares como algo mejor que cualquier otro combustible fósil en términos de sus beneficios ambientales a largo plazo.
Históricamente, Gazprom ha proporcionado flexibilidad al mercado de gas europeo mediante sus contratos take-or-pay, llevándole a una estrategia de maximización de precios sobre volumen, viendo sus ventas reducirse cuando los precios suben (normalmente empujados por los precios del petróleo), mientras que otros suministradores han ofrecido gas a menores precios, los del mercado. Sin embargo, en los últimos años la falta de nuevos desarrollos de GNL y una reducción en la oferta europea han supuesto que Gazprom nunca ha sufrido demasiado, a pesar de la tendencia decreciente de la demanda de gas europea. Desde 2018, sin embargo, esta situación va a cambiar, a medida que el nuevo GNL australiano y estadounidense llega a un mercado global en el que el cada vez más robusto crecimiento de la demanda en Asia no será suficiente para absorberlo, lo que significa que más gas llegará a Europa como mercado de último recurso.
Cuando combinamos este hecho con la tendencia de estancamiento a largo plazo de la demanda energética europea, el relativamente bajo precio del carbón, y el aumento continuado de la energía renovable en el sector eléctrico, los suministradores de gas existentes se ven abocados a enfrentarse con algunas decisiones incómodas. En este artículo defendemos que puede tener lógica para Gazprom, como uno de los suministradores de bajo coste a Europa que cuentan con capacidad extra, adoptar una estrategia basada en la cuota de mercado, para reforzar su ventaja competitiva de largo plazo. Aunque los precios de petróleo y gas actuales están desincentivando el desarrollo de nuevo GNL, hay otros argumentos comerciales y políticos de largo plazo que sugieren que Gazprom podría beneficiarse de adoptar una estrategia de precios competitivos, incluso aunque esto suponga reducir el precio algo por debajo del coste marginal de corto plazo del GNL estadounidense. Comercialmente, el mantener una cuota de mercado ya no es ilógico desde una perspectiva de precios, porque el precio ya está en niveles suficientemente bajos históricamente como para que las reducciones necesarias para competir con suministros alternativos no sean muy costosas. Más aún, Gazprom podría incluso beneficiarse si llevara a las ventas por encima de nivel contratado, y además podría aprovecharse de rebotes de precio futuros, cuando los mercados se reequilibren. También puede ayudar a atreverse con la eliminación completa del carbón del sistema energético europeo, completando una tarea que el precio al CO2 no ha sido capaz de conseguir hasta ahora.
«Europa seguirá siendo el principal mercado de exportación para el gas ruso. Sin embargo, el modelo de negocio de Gazprom en Europa se enfrenta a numerosas amenazas».
La metodología para conseguir este objetivo por parte de Gazprom sería una mayor participación en el trading en el hub, potencialmente utilizando el Modelo de Redespacho del Hub propuesto por Rogers (2015), lo que puede no solo dar a Gazprom la capacidad de evitar la destrucción de valor que le causarían sus contratos take-or-pay, sino además permitirle influir en los precios del hub europeo. Más aún, podría contentar a las autoridades de la competencia de la UE y ayudar a rebatir los argumentos de seguridad energética que plantean algunos países europeos. Políticamente, esto también podría ser útil, al ayudar a suavizar las relaciones UE-Rusia, a la vez que potencialmente también mantener la influencia de los recursos energéticos rusos, aunque bajo una forma algo distinta.
Dicho todo esto, no proponemos una estrategia de “guerra de precios”, y tampoco esperamos que Gazprom adopte la estrategia propuesta voluntariamente, ya que cualquier bajada de precios futura sería obviamente muy dolorosa. Por lo tanto, no es probable ningún gran anuncio por parte del Kremlin sobre un cambio en los planes de exportación de gas de Rusia. Más bien esperamos una continuación de la tendencia que ya se presentó en el libro de 2014 del Oxford Institute for Energy Studies titulado La matriz de gas ruso: cómo los mercados empujan el cambio, esto es, que Gazprom y Rusia responderán a las influencias del mercado en una forma lógica desde el punto de vista comercial. Esta interpretación sugiere que la competencia de precio para mantener la cuota de mercado, a la vista de un cambio significativo en las dinámicas del mercado de gas europeo, puede ser una conclusión sensata para Gazprom, incluso aunque venga forzada, en lugar de asumida de forma entusiasta. Claramente no es ideal, ya que conllevará precios bajos a corto plazo, y una reducción potencial en los ingresos de la compañía y del gobierno. Sin embargo, el riesgo de permanecer en un modo más reactivo parece estar creciendo, y si Gazprom quiere mantener e incluso mejorar su posición como un suministrador competitivo y seguro de gas a Europa, y debilitar en gran medida los argumentos de seguridad de suministro que han sido planteados en su contra, entonces parece que tendría más posibilidades de aprovechar los beneficios tanto de una futura recuperación de los precios del gas, como de maximizar la monetización a largo plazo de un hidrocarburo que podría quedarse en el terreno si el mundo alcanza sus objetivos de reducción de emisiones.
Esta entrada es un resumen del artículo ‘El impacto de la competencia entre el gas ruso y el GNL en los términos comerciales del gas en Europa’, publicado en el número 4 de Papeles de Economía Española. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.