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El declive del matrimonio entre las jóvenes españolas

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La investigación de la que proceden los resultados que aquí se presentan ha sido patrocinada por FUNCAS.

En esta entrada se expone la evolución de la presencia del matrimonio entre las jóvenes españolas[1] durante cuatro décadas y la relación, en este siglo, con su convivencia en pareja. Se añade la descripción de la propensión a contraer las primeras nupcias mediante un matrimonio exclusivamente civil.

En el gráfico 1, de la evolución del porcentaje de españolas jóvenes casadas durante las últimas cuatro décadas, se observan dos cambios sociales decisivos.

GRÁFICO 1

Fuente: EPAs desde el III/1976 al II/2016.

Desde 1980 hasta 2006, el descenso del porcentaje es prácticamente lineal[2]. Y, en esos 26 años, el porcentaje de casadas pasa del 64,2% (1980) al 30,5% (2006). Desde 2013 ha vuelto a acercarse a esa línea de tendencia para llegar actualmente (II/2016) al 19,3% de casadas. Si esta tendencia continuase, en catorce años (2030) ya no habría ninguna española casada en estas edades (de 20 a 34 años)[3].

Durante el último cuarto del siglo pasado, se daba una cercana equivalencia estadística entre la situación de convivencia con la pareja y el estado civil de casada. Al apreciar que esa simultaneidad estaba empezando a deshacerse, el INE incluyó en la EPA —en la revisión del cuestionario de 1999—, dentro de las preguntas encaminadas a establecer la estructura familiar y de convivencia de los hogares, la que permite identificar la por entonces todavía limitada “cohabitación” de aquellas parejas que convivían sin estar casadas[4].

«La cohabitación ha venido a complementar las declinantes uniones matrimoniales, de tal modo que ha quebrado su evolución a la baja y ha mantenido la proporción de emparejadas jóvenes, que llevaba casi tres décadas disminuyendo de forma constante».

El acierto del momento de la incorporación de esa pregunta se observa en el gráfico 1. De una forma relativamente casual la curva de emparejadas (suma de todas las mujeres que conviven en el mismo hogar que su pareja, incluidas las uniones del mismo sexo) resulta una continuación estable de la proporción de casadas del año anterior.

Lo más curioso de la citada estabilidad es que se mantiene desde 1999 (alrededor del 40%, con una oscilación dependiente del ciclo económico) durante todo el resto del periodo descrito en el Gráfico 1. Desde una perspectiva únicamente descriptiva, se diría que la cohabitación ha venido a complementar las declinantes uniones matrimoniales, de tal modo que ha quebrado su evolución a la baja y ha mantenido la proporción de emparejadas jóvenes, que llevaba casi tres décadas disminuyendo de forma constante. En la EPA del segundo trimestre de 2016, están emparejadas el 37,9% de las jóvenes españolas entre 20 y 34 años, y más de la mitad de ellas (el 50,9%) no están casadas. Una forma distinta de interpretar el periodo 2011-2016 es entender que las emparejadas de estas edades han retomado una tendencia a la disminución casi paralela a la que presentan las casadas.

Para enmarcar a las jóvenes en el total de la población se exponen en el gráfico 2 los porcentajes de casados en las últimas cuatro décadas, divididos por sexo (2a para los hombres y 2b para las mujeres). Si se fija la atención en el gráfico correspondiente a las mujeres, se observa que cada década las máximas proporciones de casadas se retrasan cinco años de edad y coinciden casi exactamente con las proporciones que había, a esas mismas edades, en 1976.

Desde 1996, el porcentaje de casadas ha disminuido de forma muy importante entre los 25 y 41 años. Esas edades constituyen el margen dentro del cual las españolas nacidas en España tenían en 2014 el 90% de los hijos; en 1976, eran las españolas entre 18 y 36 años quienes alcanzaban ese mismo porcentaje de hijos nacidos aquel año. Durante el año 1976 las españolas tenían la mitad del total anual de hijos entre las edades de 23 a 29 años[5]. En 2014 en ese margen de edades tienen solo una quinta parte de todos los nacidos ese año. En el gráfico 2 se observa que, en 1976, en el grupo de edad de 25 a 29 años, estaban casadas el 76,2%; en 2016 lo están el 12,8%. En el total de nacimientos, los hijos habidos fuera del matrimonio en 1976 eran el 2,2% (1,5% de los nacidos de españolas entre 25 y 29 años). En 2014, los habidos fuera del matrimonio en el total eran el 42,8% (y el 59,7% de nacidos de españolas entre 25 y 29 años).

GRÁFICO 2

Gráfico 2A - Hombres
Gráfico 2B - Mujeres

Fuente: EPAs desde el III/1976 al II/2016.

El aumento de la celebración exclusivamente civil del matrimonio

También la Iglesia Católica se ha visto afectada por este proceso de desinstitucionalización de las uniones conyugales, al disminuir de forma decisiva la presencia de las celebraciones por el rito católico[6]. En efecto, tal como se observa en el gráfico 3, la tendencia al aumento de la proporción de las bodas que se celebran exclusivamente por lo civil se ha disparado desde el año 2000.

«El proceso de abandono del “casarse por la iglesia” es anterior y más intenso en las bodas cuanto mayor es la edad de la contrayente. Los matrimonios civiles en primeras nupcias de españolas de más de 45 años son el 90% en 2014».

Aunque durante las últimas décadas se ha producido un importante retraso de la edad al matrimonio, durante 2014 entre los 20 y los 34 años todavía se ha casado el 70,6% de todas las españolas que lo han hecho en primeras nupcias. Y en este grupo de edad los matrimonios celebrados sólo por lo civil han representado el 51,3% de las primeras nupcias de españolas jóvenes, y un 76,1% de las que lo han hecho entre los 35 y los 44 años.

En el gráfico 3 se ha incluido también la evolución de la proporción de matrimonios civiles del total de todos los matrimonios heterosexuales con el objetivo de poder utilizar el dato (provisional) de 2015, para extrapolar el dato de las primeras nupcias de las españolas de 20 a 34 años. Usando la serie de 2010-15 de los totales, se ha obtenido por extrapolación (proporcional a la evolución del total) un 53,9% de matrimonios civiles para el colectivo de estudio. Con este dato de 2015 se consolida la continuación de la tendencia creciente, que parecía estabilizarse en 2014 cuando ya eran mayoría los matrimonios civiles entre los de primeras nupcias de las españolas en las edades juveniles.

Este proceso de abandono del “casarse por la iglesia” es anterior y más intenso en las bodas cuanto mayor es la edad de la contrayente. Los matrimonios civiles en primeras nupcias de españolas de más de 45 años son el 90% en 2014.

GRÁFICO 3

Se añade el porcentaje de todos los matrimonios, incluyendo el dato de 2015 (provisional).
Fuente: Estadística de Matrimonios del Movimiento Natural de la Población del INE (microdatos).

[1] El calificativo de “españolas” es la forma breve de referirse a las “españolas nacidas en España”. Y el periodo biográfico considerado como “juventud” se referirá —mientras no se afirme explícitamente lo contrario— al grupo de edad de 20 a 34 años cumplidos.

[2] La R2 de la recta de regresión es 0,999, y la máxima diferencia entre los valores empíricos y los de la ecuación (durante los años del periodo 1980-2006) no excede del 0,6%.

[3] Esta extrapolación tiene una orientación más indicativa que analítica, ya que, de continuar vigente la institución matrimonial tal como la conocemos, siempre habría alguien que se casaría en estas edades, de forma que la línea de tendencia dejaría de ser una recta para tomar valores asintóticos con el eje de abscisas.

[4] La pregunta quedó así formulada: “De las personas relacionadas anteriormente, ¿alguna de ellas es su cónyuge o pareja? En tal caso, dígame su nombre: _______________________”
(Codificar 00 si no tiene o no reside en la vivienda)

[5] La fuente utilizada para estos datos es la Estadística de nacimientos del INE del Movimiento Natural de la población (elaboración propia de los microdatos). Los datos primarios de esta estadística están disponibles en abierto en la web del INE, incluyendo cada año desde 1976 hasta 2014, y las tablas de los provisionales de 2015.

[6] Los casamientos por los ritos de otras religiones son muy escasos: del orden del 0,2% en 2014.

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