A lo largo de los últimos años, sobre todo desde la última crisis económica a finales de 2007, la posición social y económica de los jóvenes ha empeorado sustancialmente, en gran medida debido a las dificultades que encuentran en el mercado laboral. La incidencia del empleo temporal es mayor entre ellos que en el resto de la población, así como también es mayor la probabilidad de que queden atrapados durante más tiempo en una situación laboral inestable, sufriendo un elevado grado de rotación.
Con el fin de combatir este problema y mejorar su inserción laboral, se han puesto en marcha una serie de medidas de fomento del empleo juvenil que se han basado en la concesión de incentivos económicos, como son las reducciones de las cuotas empresariales a la Seguridad Social, los beneficios fiscales o las bonificaciones. Así lo refleja, por ejemplo, la implantación de la la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016 que establece importantes bonificaciones para la contratación indefinida de personas beneficiarias del Sistema Nacional de Garantía Juvenil. De momento, ninguna de estas medidas ha tenido una repercusión cuantitativa importante.
Ante este escenario, y teniendo en cuenta que persisten las diferencias por género en el mercado de trabajo, tal y como lo demuestra la segregación ocupacional o la brecha salarial, hemos caracterizado de qué manera acceden al empleo los hombres y mujeres menores de 30 años y tratado de identificar si las diferencias de género se detectan ya durante los primeros años de su andadura laboral. Para ello utilizamos los contratos registrados en el Servicio Público de Empleo (SEPE) entre 2010 y 2016.
«Una diferencia principal entre hombres y mujeres es que ellas se incorporan en mayor medida a empleos temporales a tiempo parcial. Esta concentración de mujeres en empleos con jornadas reducidas es principalmente el resultado de una elección involuntaria que además explica una parte de las diferencias salariales registradas entre hombres y mujeres».
Los análisis de los datos muestran que no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres jóvenes a la hora de acceder al empleo, mayoritariamente a través de contratos temporales. No obstante, el estudio multivariante de la probabilidad de acceder a un puesto de trabajo a través de un contrato indefinido o temporal, que permite controlar por las características personales, del puesto de trabajo y de la empresa empleadora, indica que hay un cierto trato de favor hacia los hombres por lo que su probabilidad de acceder a un contrato indefinido es mayor, a pesar de que el peso de los diferentes tipos de contratos registrados es similar para ambos. Ahora bien, una diferencia principal entre hombres y mujeres es que ellas se incorporan en mayor medida a empleos temporales a tiempo parcial. Esta concentración de mujeres en empleos con jornadas reducidas es principalmente el resultado de una elección involuntaria que además explica una parte de las diferencias salariales registradas entre hombres y mujeres. Otra manifestación de la desigualdad laboral por género se encuentra en la distribución del empleo entre las distintas ramas de actividad económica y las ocupaciones en los primeros años de acceso al empleo, aunque la segregación no es tan grande como la que se observa en etapas posteriores del ciclo vital. Y esto es así a pesar de la desaparición de las desigualdades educativas y de los esfuerzos legislativos por promover el empleo de los jóvenes y la igualdad laboral.
Más información en el artículo ‘Diferencias por género en el acceso de los jóvenes al empleo en España’, publicado en Papeles de Economía Española, número 156