El emprendimiento siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Desde el origen de los tiempos, el ser humano ha buscado el cambio, la innovación y la explotación de oportunidades, consiguiendo con ello períodos de progreso y de cambio en su sociedad. Por ello, ante el panorama actual donde el desempleo y la exclusión son fenómenos cada vez más preocupantes, los emprendedores son considerados la palanca de cambio para recuperar la senda del crecimiento económico y del empleo.
En esta línea de pensamiento encontramos la proliferación, en los últimos años, de políticas cuyo fin es potenciar la puesta en marcha de iniciativas que impulsen la creación y sostenimiento de pequeñas empresas, así como para apoyar la capacidad de emprender de la sociedad en general.
Entre todos ellas destacamos los viveros de empresas, programas públicos en su mayoría, de formación y consultoría, para que las empresas que están iniciando su actividad puedan acceder a servicios de infraestructura, capacitación, como apoyo de su negocio durante un periodo de tiempo limitado, derribando así barreras de entrada al mundo empresarial y reduciendo las tasas de fracaso. A diferencia de otras estructuras de apoyo a emprendedores, durante la etapa de incubación en un vivero de empresas, la empresa recibirá un acompañamiento y un know-how que le permitirá la posibilidad de introducirse en el mercado y establecer las relaciones necesarias para desarrollarse, con un coste y un riesgo menor al que asumiría fuera del vivero. En otras palabras, el vivero trata de apoyar al emprendedor en todas las etapas de su proyecto empresarial, desde una idea inicial difusa hasta una empresa consolidada, capacitada para sobrevivir en el mercado de manera independiente, sostenible y capaz de establecer sus redes comerciales y estratégicas.
«Aunque es cierto que los viveros de empresas siguen creciendo en número, se ha observado un descenso de carácter general en cuanto a la calidad de los servicios prestados. Los recortes presupuestarios se han notado en muchas de las actividades que realizaban los viveros en los años anteriores y que actualmente no realizan o lo hacen de una forma muy débil».
Si nos centramos en el caso español, aunque el primer vivero español nace a finales de los años 90 (en Vizcaya), la proliferación de estos centros no se ha hecho notar hasta los últimos años, como consecuencia de la globalización y sobre todo, de la grave crisis económica. Como decíamos, la definición del emprendedor como uno de los actores clave para salir de la crisis junto con la vinculación entre la reducción de la tasa de mortalidad de las empresas de nueva creación y los viveros de empresas —entre el 80%-90% de las empresas incubadas sobreviven pasados 5 años de su salida— ha provocado un crecimiento exponencial de este tipo de centros. Y es este aumento significativo en un corto periodo de tiempo lo que ha hecho que constituyan una infraestructura importante pero que, a su vez, presente un funcionamiento muy diverso y por tanto, unos resultados heterogéneos de sus programas de incubación.
Actualmente contamos con 578 viveros de empresas (según nuestra investigación) distribuidos por toda la geografía española. Cuantitativamente, mención especial merecen las Comunidades Autónomas de Cataluña, Murcia y Valencia, que son las Comunidades Autónomas con mayor crecimiento de viveros en los últimos años. Aunque es cierto que los viveros de empresas siguen creciendo en número, se ha observado un descenso de carácter general en cuanto a la calidad de los servicios prestados. Los recortes presupuestarios se han notado en muchas de las actividades que realizaban los viveros en los años anteriores y que actualmente no realizan o lo hacen de una forma muy débil. Además, hay que tener en cuenta que los servicios de incubación y formación de calidad, que nombrábamos antes, son intensivos en mano de obra muy cualificada y por lo tanto, no barata.
«Los viveros de empresas españoles actuales están mejor preparados para apoyar a proyectos maduros y específicos. Cabe destacar, en este punto, la consolidación de viveros temáticos o vinculados a áreas como la biotecnología y sector agropecuario, pero también con igual fuerza en las nuevas tecnologías de la información».
Como decíamos, gran parte de los viveros son de carácter público pero destacamos la apuesta fuerte del sector privado, durante este último año, por este tipo de instrumentos; actualmente casi un cuarto de los viveros españoles son privados y además, cabe señalar que en ellos no se ha detectado ese descenso cualitativo en servicios.
Por otro lado, los viveros de empresas españoles actuales están mejor preparados para apoyar a proyectos maduros y específicos. Cabe destacar, en este punto, la consolidación de viveros temáticos o vinculados a áreas como la biotecnología y sector agropecuario, pero también con igual fuerza en las nuevas tecnologías de la información y más concretamente en la ciberseguridad, smart cities, sector areoespacial, video-juegos, y comunicación audiovisual.
Todo ello nos revela cierta evolución positiva en el grado de madurez del sector. Esto se debe a la mejora en las prácticas de incubación y a la experiencia que van adquiriendo muchos viveros. Por otra parte, destacamos la consolidación de nuevos elementos en el ecosistema emprendedor, como los programas enfocados al fomento del espíritu emprendedor y la incubación básica, los concursos nacionales en todos los niveles formativos, encuentros de emprendedores nacionales y locales y la actividad de aceleradoras y laboratorios de ideas. Es por ello que en el próximo estudio, nos proponemos, por un lado, adaptar y actualizar el análisis a viveros de empresas más maduros y por otro, ampliar el estudio, analizando los nuevos elementos que han entrado en juego y que se han hecho tan populares entre la población en el último año.
Puede acceder desde aquí a la descarga del libro “Los servicios que prestan los viveros de empresas en España. Ranking 2015“, de la colección Estudios de la Fundación, editado por Funcas.