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Descifrando la brecha digital de los mayores

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Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son un importante motor de modernización económica y social y forman parte de nuestra rutina, permitiéndonos disfrutar de múltiples y diferentes beneficios. Sin embargo, distintas fuentes señalan que los adultos mayores son el segmento poblacional más alejado de ellas. Considerando que la proyección de la población española indica que los mayores de 60 años representarán el 40% en 2050 (ONU, 2009)[1] y que el envejecimiento activo[2] es un objetivo social y político, las TIC se han convertido en una poderosa herramienta para conseguir una población sénior activa, disminuyendo la marginalización y el aislamiento social.

Si bien en España se constata cómo se ha producido una evolución considerable en el porcentaje de personas mayores en el uso de internet, con incrementos porcentuales cercanos al 56% y al 99% (para los mayores entre 55-64 y para los mayores de 65 años, respectivamente) (Instituto Nacional de Estadística, INE, 2011, 2016)[3], un análisis detallado permite detectar la heterogeneidad entre los mayores y su comportamiento online, descubriendo que ciertos grupos de mayores han superado la brecha digital, mientras otros siguen sufriéndola.

Por ello, este artículo pretende ahondar en las diferencias entre los mayores con relación al uso y a la aceptación de las TIC. Tras una revisión teórica del estado de la cuestión, realizamos dos investigaciones empíricas, empleando sendas muestras de adultos mayores de 50 años, matriculados en el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla.

En la primera investigación se presenta la frecuencia de uso de aplicaciones de internet por parte de los adultos mayores y, mediante pruebas estadísticas, analizamos dicho uso en función de características sociodemográficas. Nuestros resultados indican que los hombres emplean con mayor frecuencia ciertas aplicaciones, la edad influye negativamente en la frecuencia de uso de algunas herramientas de internet, así como que existe una relación positiva entre el nivel de estudios y el uso de algunas aplicaciones. No obstante, las diferencias sociodemográficas explican pocas variaciones en el comportamiento de los mayores en el uso de internet. Además, debido al bajo uso generalizado de algunas herramientas, no se aprecian diferencias debidas a las características sociodemográficas.

«La responsabilidad de reducir la brecha digital debe recaer en las administraciones y los poderes políticos, sociales y académicos, así como en las empresas presentes en internet, que ven en el grupo de los mayores una oportunidad de negocio».

Por ello, nos planteamos una segunda investigación que analiza la heterogeneidad de los mayores respecto a dos aplicaciones, la banca electrónica y las redes sociales, que representan diferentes motivaciones en su uso, utilitaristas y hedónicas, respectivamente. En este caso, además de variables propias de ambas aplicaciones incluimos constructos de carácter psicológico. El objetivo es obtener segmentos latentes, que reflejen la heterogeneidad entre los adultos mayores. De esta forma encontramos mayores completamente integrados e implicados en el uso de las TIC, como los que hemos denominado e-mayores; otros que eligen usar ciertas aplicaciones mientras otras no son de su agrado, como los llamados e-mayores prácticos y e-mayores enredados; y un porcentaje significativo que no emplea internet ni sus aplicaciones, como los mayores e-recelosos, a no ser que estén apoyados y dirigidos por sus familiares y amigos, como los mayores e-dependientes. Detectar diferentes segmentos de adultos mayores permite a las organizaciones públicas y a las empresas adaptar su oferta de servicios y su estrategia, para mejorar la relación con este colectivo de usuarios con el fin de superar la brecha digital debida a la edad.

Ser analfabeto digital implica no tener acceso a múltiples aplicaciones que suponen mejoras en la vida cotidiana, como la comodidad para realizar actividades que pueden ser resueltas fácilmente mediante internet o como la reducción del aislamiento social. La e-inclusión de los mayores pasa por confiar en la red, reducir el riesgo percibido e incrementar la experiencia con las nuevas tecnologías. Todo ello implicará que los mayores puedan desarrollar sus capacidades y habilidades cognitivas necesarias para enfrentarse a aplicaciones tecnológicas más complejas y útiles, como la banca electrónica, los servicios sociales y de salud, los trámites con las administraciones públicas, la obtención de información o la adquisición de productos y servicios turísticos, culturales o de ocio, disfrutando de la omnicanalidad.

La responsabilidad de reducir la brecha digital debe recaer en las administraciones y los poderes políticos, sociales y académicos, así como en las empresas presentes en internet, que ven en el grupo de los mayores una oportunidad de negocio. Así, desde hace algunos años existen cursos específicos de formación y de capacitación, se dedican recursos a jornadas de sensibilización y acompañamientos digitales, a teleformación y formación presencial, concediendo incluso ayudas económicas para la adquisición de equipos, con el objetivo de lograr la e-inclusión de los mayores. No obstante, se trata de hacérselo fácil: diseñar páginas web que consideren lo que demandan los usuarios mayores, adaptándolas a sus circunstancias visuales, auditivas, psicomotrices y cognitivas, personalizando los sitios web para el grupo de las personas mayores,  así como adaptar las interfaces y apariencia de los dispositivos, de manera que resulten más fáciles de comprender, mejorando su imagen y usabilidad

Si no se implica a los mayores ahora, estamos cerrando la puerta a que disfruten en un futuro inmediato de muchas otras aplicaciones online, que quién sabe qué depararán. Por consiguiente, se trata de convertir a los mayores en internautas tecnológicamente independientes, e-ciudadanos, e-usuarios y e-consumidores.

[1] Organización de las Naciones Unidas-ONU (2009), Population Ageing and Development 2009 (disponible en www.unpopulation.org).
[2]  Definido como “Proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad que tiene como fin mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”. Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015),  Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud (disponible en  www.who.int).
[3] Instituto Nacional de Estadística- INE (2011), (2016),  Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los hogares (disponible en www.ine.es).

Esta entrada es un resumen del artículo Descifrando la brecha digital de los mayores, publicado en el número 25 de Panorama Social. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.

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