Tras la caída de seis décimas porcentuales en diciembre de los precios de consumo, la inflación acumulada a lo largo de 2014, es decir, la tasa interanual del IPC en diciembre se situó en -1% (-1,1% según el IPC armonizado). La inflación media anual fue del -0,2%. Comparando estos resultados con las previsiones, vemos que la desviación ha sido muy importante. Hace un año esperábamos que la tasa media anual se situara en el 0,5% y la de diciembre, en el 0,7% [gráficos superiores]. El grupo que más ha contribuido a esta desviación ha sido el de los productos energéticos, como consecuencia de que el barril de petróleo, en vez de mantenerse en torno a los 110 dólares que costaba hace un año, ha caído hasta 63 en diciembre último. También en los alimentos se han producido caídas de precios no esperadas. En el resto de productos las desviaciones han sido menores.
Para poner estas cifras en contexto, la inflación en diciembre de los países de la zona euro en su conjunto se situó en el -0,2%, con lo que el diferencial España-UEM fue de -0,9 puntos porcentuales. Desde mayo de 2009 no se producía un diferencial negativo tan importante como el de este año. A ello contribuyó en ambos años el hecho de que se produjera una fuerte caída del precio del petróleo. Dado que los impuestos que gravan los productos derivados de esta materia prima son en España bastante inferiores a la media de la zona euro, el peso de la misma en el precio final de estos productos es superior en España, por lo que sus variaciones se traducen en mayores aumentos porcentuales de los precios finales cuando sube el petróleo y mayores bajadas cuando ocurre, como ahora, lo contrario, lo cual se traslada a las variaciones del IPC total. En todo caso, el precio del petróleo no explica más una parte del diferencial negativo de inflación, ya que la llamada inflación subyacente, que se obtiene excluyendo de la cesta de productos del IPC los energéticos y los alimentos sin elaborar, también se situó en España 0,7 décimas por debajo: 0% en España frente a 0,7% en la zona euro [gráfico inferior izquierdo].
(1) IPCA excluidos productos energéticos y alimentos sin elaborar.
Fuentes: Eurostat, INE y Funcas (previsiones IPC).
Gráficos elaborados por A. Laborda.
La economía española sigue inmersa, pues, en el proceso de desandar lo andado durante los años de expansión anteriores a la crisis, en los que año tras año los precios y costes laborales subían más que en la zona euro, con la consiguiente pérdida de competitividad y de potencial de crecimiento. Es uno más de los ajustes que estamos haciendo. El problema es que con tasas de inflación tan bajas en Europa, este ajuste implica tasas negativas en España (deflación), lo que no deja de ser un cierto hándicap para la recuperación, sobre todo para reducir el peso de la deuda. No obstante, y en contra de los efectos negativos que algunos analistas temen que se produzcan por esta situación, ello no está teniendo un impacto recesivo en el gasto de los consumidores o de las empresas, sino al contrario. Ello es así porque la inflación negativa no es generalizada ni se espera que se prolongue durante mucho tiempo y, sobre todo, porque obedece fundamentalmente a la caída del precio del petróleo, producto que importamos, por lo que todos los agentes económicos se benefician en forma de aumentos del poder adquisitivo o de menores costes de producción, lo cual acaba impulsando a la economía más que frenándola.
Las previsiones para este año son más inciertas que nunca, dada la volatilidad del precio del petróleo. Las presentadas en el gráfico inferior derecho parten de tres escenarios. En el central se hace la hipótesis de que dicho precio se mantiene hasta abril en los niveles actuales de 47 dólares el barril y empieza a recuperarse desde mayo para terminar el año en 60 dólares. En tal caso, los modelos predicen una inflación media anual de -1,2% y del 0,4% en diciembre. Si el petróleo empieza a subir a partir de febrero para situarse en 70 dólares al final del año, la inflación media anual sería del -0,7% y la de diciembre, del 1,1%. Por último, si el petróleo continuara cayendo hasta 35 dólares en diciembre, ambas tasas se situarían en -1,8% y -1,1%, respectivamente. Como se ve, es muy posible que nos mantengamos en “deflación” casi todo el año. Pero no tengamos miedo a esta deflación, pues, como en el colesterol, también hay deflaciones buenas.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).