El debate público sobre la economía española se mueve, en este último ciclo, en un terreno de grises. El país figura entre los que más crecen en Europa, pero ese aparente dinamismo convive con un muy limitado crecimiento de la renta real per cápita y unos indicadores de pobreza que siguen siendo muy mejorables. La distancia entre las cifras agregadas y la experiencia cotidiana se ha convertido en un tema central del debate social, tal y como han reflejado distintas encuestas de Funcas, como la de Navidad del año pasado o la Encuesta sobre Economía y Finanzas de este mismo mes de mayo. En esta última, la inflación y el insuficiente crecimiento de los salarios para compensarla, así como la ideología, aparecían como elementos clave de la percepción pública de la evolución económica.
Para 2025, el Panel de Funcas prevé un crecimiento del PIB del 2,9%, ligeramente por debajo del dato de 2024 (3,5%) pero que, unido al crecimiento de los anteriores, supone que España habrá crecido desde 2019 más que el promedio de la Eurozona. Este escenario de crecimiento sostenido contrasta con una opinión pública cuya percepción de la economía española en 2025, poco optimista, que empeora levemente respecto a la de 2024 (gráfico 1). Según la IV Encuesta Funcas de Navidad (2025), en diciembre de 2025 solo un 20% consideraba que había sido un buen año para España en términos económicos (misma cifra que en 2024), frente a un 34% que lo valoró como malo (30% el año anterior). Un 46% lo calificó como regular (50% en 2024) [Véase la ficha técnica, al final del texto].
La valoración mejora con la edad, especialmente a partir de los 55 años (gráfico 2b). Resulta más negativa entre quienes viven con menores de 10 años y mejora claramente con el nivel de ingresos. El factor más determinante es la autoubicación ideológica del entrevistado (gráfico 2e), como ya se comprobó en las encuestas de Funcas ya citadas. En las posiciones de izquierda abundan quienes juzgan 2025 como un buen año, mientras que en la derecha ocurre lo contrario. El 43% de quienes se sitúan en las posiciones 1–2 y el 36% de quienes se sitúan en el segmento 3–4 (en la escala de izquierda a derecha, del 1 al 10) creen que 2025 ha sido un buen año. A partir del centro (5–6), esta proporción se mantiene siempre por debajo del 9%, al tiempo que aumenta la de quienes lo juzgan como un mal año, mayoritaria desde las posiciones 7–8.
Las perspectivas para 2026 son, también, similares pero ligeramente más negativas que las de 2025 (gráfico 1), con un 21% que cree que será un buen año, un 48% que se lo imagina regular y un 31% que piensa que será malo; y reproducen el mismo patrón por edades, tipo de hogar, ingresos y autoubicación ideológica que la valoración sobre 2025 (gráfico 3).
En todo caso, y como es habitual, el juicio sobre 2025 mejora cuando la pregunta se refiere a lo personal y del hogar. Un 37% lo describe como un buen año, frente a un 14% que lo considera malo, mientras que el 49% lo califica como regular, cifras también próximas aunque, de nuevo, ligeramente peores que las de 2024 (gráfico 4). Curiosamente, en este aspecto, la relación con la edad (gráfico 4b) cambia: la valoración positiva de su año económico supera ampliamente el 40% entre los menores de 35 años, pero la proporción desciende a partir de los 35 y vuelve a aumentar con cierta fuerza desde los 65. También son reseñables las diferencias según la presencia de menores (gráfico 4d), con un 31% de quienes conviven con niños menores de 10 años que creen que fue un buen año, frente al 48% entre quienes no conviven con menores. Como cabría esperar, el nivel de ingresos (gráfico 4c) mantiene una asociación clara y positiva con la valoración de la economía personal y del hogar en 2025.
La autoubicación ideológica (gráfico 4e) sigue siendo relevante, aunque con menor intensidad que en la valoración de la economía nacional. Algo menos de la mitad de quienes se sitúan a la izquierda afirman que 2025 fue un buen año para ellos en lo económico, una proporción que cae por debajo del tercio en el centro y la derecha.
Por otra parte, en la encuesta planteamos directamente a los entrevistados una discusión habitual en la conversación pública, la aparente contradicción entre el crecimiento económico español y la sensación extendida de que la economía no acaba de ir bien. Se les pide a los entrevistados ponerse en el lugar de quienes no perciben esa mejora y explicar la razón de esa opinión. De los razonamientos propuestos destaca, muy por encima de los demás, el que aduce que “los precios suben más que los salarios”, que eligen más de tres cuartas partes de los entrevistados, un 76% (gráfico 5). Muy pocos ven la causa de esa paradoja en que el empleo sea de baja calidad (7%) y aún menos (3%) creen que el razonamiento principal sería el de que es verdad que la economía no ha mejorado.
Por otra parte, llaman también la atención las pocas menciones a un razonamiento habitual en la discusión pública sobre el tema, el que contrapone el crecimiento económico total con el crecimiento per cápita: solo un 2% elige el enunciado “crece la economía, pero crece casi lo mismo la población”. Sorprende, asimismo, que otro razonamiento frecuente en el debate público presente también un porcentaje muy bajo. Apenas un 9% cree que quienes piensan que la situación no mejora “se dejan llevar por la opinión del partido político al que votan”.
Un consenso tan amplio sobre el papel de la evolución conjunta de salarios y precios haría pensar que su peso apenas variará según las categorías de análisis. En efecto, las diferencias según distintas variables sociodemográficas son limitadas, aunque reveladoras. Por una parte, el porcentaje que cita ese razonamiento es solo ligeramente inferior entre los mayores de 65 años, cuyos ingresos principales no son salarios, sino pensiones, que vienen actualizándose según la inflación. Por otra, la referencia al seguidismo de las opiniones del partido más afín es mayor entre los entrevistados situados en la izquierda del espectro político que entre los situados en el centro o a la derecha, y lo contrario ocurre con la mención a que la economía, en realidad, no ha mejorado. Con todo, las diferencias son menores y en todas las categorías de ideología es muy mayoritaria la referencia al crecimiento de los precios.
En coherencia con el protagonismo que los encuestados otorgan a la inflación como determinante de la opinión pública sobre la economía, la gran mayoría de los entrevistados, un 85%, piensa que la subida de los precios está afectando mucho (31%) o bastante (54%) a la economía de su hogar (gráfico 6a). De nuevo, no cabe imaginar mucha variación en un consenso tan amplio, aunque ese porcentaje es algo menor en los mayores (72%) (gráfico 6b) y, como también cabía esperar, cae algo a medida que crecen los ingresos del hogar (gráfico 6c), pero no mucho (del 94% en el tramo inferior al 70 en el tramo superior). Lo más interesante es que una opinión sobre los determinantes de la situación económica del hogar también varíe, aunque levemente, según la adscripción ideológica del entrevistado (gráfico 6e), de tal modo que el porcentaje que cree que le está afectando mucho o bastante la inflación es algo menor en la izquierda (alrededor del 75%) y mayor en el centro y la derecha (alrededor del 90%).
Quienes se sienten muy o bastante afectados por la inflación señalan, sobre todo, dos categorías de gasto en las que se ven más afectados. Se trata de los gastos en alimentación, que menciona un 93% (79% en primer lugar), y los gastos en los varios suministros energéticos (luz, gas, gasolina…), que cita un 74% (14% en primer lugar) (gráfico 7). Las demás categorías propuestas apenas son citadas: un 12% menciona el ocio y la cultura; un 9%, la ropa y el calzado; y un 7%, el transporte.
Estos resultados vuelven a presentar una opinión pública reticente a adoptar un discurso triunfalista sobre el crecimiento de la economía española, tal como revela un clima de opinión similar al del año pasado o, si cabe, ligeramente más pesimista. Las perspectivas para el futuro inmediato siguen siendo poco halagüeñas y la valoración de la situación económica del hogar también reproduce este patrón ligeramente más sombrío. En la base de esta percepción ciudadana está, de forma muy mayoritaria, la inflación, cuya incidencia sobre los bienes esenciales, alimentación y energía, al menos a juicio de los entrevistados, continúa erosionando la capacidad adquisitiva y alimentando la sensación de distancia entre las buenas cifras macroeconómicas y la experiencia cotidiana de los hogares.
Ficha técnica de la IV Encuesta Funcas de Navidad
UNIVERSO: residentes en territorio nacional peninsular e insular (18-75 años) • TAMAÑO MUESTRAL: 1.201 entrevistas • TÉCNICA DE ENTREVISTA: entrevista online a través de Emop (panel online de Imop) • SELECCIÓN DE LA MUESTRA: selección aleatoria entre los panelistas de Emop que cumplan las características definidas para la investigación • TRABAJO DE CAMPO: del 27 de noviembre al 10 de diciembre de 2025 • MARGEN DE ERROR DE MUESTREO: ±2,9 puntos porcentuales para p=q=50 % y un nivel de significación del 95% para el conjunto de la muestra • MÉTODO DE PONDERACIÓN: los datos se ponderaron por las variables “sexo x edad” (2 x 6 grupos), comunidad autónoma (7 grupos), nivel de estudios (5 grupos) y religiosidad (7 opciones, barómetros del CIS) • INSTITUTO RESPONSABLE DEL TRABAJO DE CAMPO: IMOP Insights, S.A.












