El patrón exportador de la economía española ha experimentado un cambio estructural, por cuanto refleja el comportamiento de una economía madura y abierta. La principal novedad es que España ha alcanzado crecimientos significativos del PIB sin incurrir en el tradicional desequilibrio finisecular de las cuentas exteriores. La demanda externa se ha constituido en motor de la recuperación económica contribuyendo al crecimiento del PIB en 10,5 puntos porcentuales desde el año 2007 hasta el año 2017, y ha conseguido contrarrestar los casi 8 puntos porcentuales de aportación negativa de la demanda interna al producto interior bruto durante estos años. Ello se explica, por un lado, por el crecimiento acumulado de las exportaciones que desde finales de 2007 se ha situado en un 30,4% en términos reales, mientras que, por otro, las importaciones experimentaron una reducción del 8,4% en el período considerado. Ha sido por tanto el comportamiento de las exportaciones el principal vector de crecimiento, aportando 7,8 puntos porcentuales al crecimiento del PIB. En este contexto de mejora de las exportaciones, destaca el crecimiento acumulado del sector de bienes que registró un crecimiento en términos reales del 34,8% desde 2007, frente al 21,3% alcanzado por el conjunto de exportaciones de servicios.
«En el patrón de especialización de la exportación de bienes española se aprecia un importante sesgo hacia productos con escaso contenido tecnológico […] que no resulta muy acorde con el grado de desarrollo de nuestra economía y representa una debilidad, a la vez que amenaza, para el futuro del sector»
Si bien en el año 2017 los países de la Unión Europea continúan ocupando una posición destacada con relación a nuestras exportaciones de bienes al acumular el 65,7% del total, durante la última década se observa una mayor diversificación en el destino de nuestras exportaciones. En estos diez últimos años los países de la UE han reducido el peso en más de 5 puntos porcentuales, del 70,9% en 2007 al 65,7% actual; el continente americano incrementó su importancia como destino exportador español en 1,1 punto porcentual y Asia en 3,2 puntos porcentuales, correspondiendo el 50% de la ganancia observada a China. Aunque la tendencia hacia una mayor diversificación en el destino de nuestras exportaciones de bienes resulta ser la adecuada, se aprecia una excesiva concentración en la región europea y una todavía insuficiente presencia en algunos de los principales mercados mundiales como EE.UU., China, Japón y los países emergentes, que, muy probablemente, liderarán el crecimiento mundial en los próximos años; a saber, India, Brasil, Indonesia, Corea del Sur, Turquía, y Taiwán.
Al observar el patrón de especialización de la exportación de bienes española se aprecia un importante sesgo hacia productos con escaso contenido tecnológico, ya que suponen casi el 30% del total de las exportaciones, y una escasa representatividad de las exportaciones de bienes con un elevado nivel tecnológico que apenas representan el 10,6% del total de las exportaciones. Este patrón, fundamentado en bienes de tecnología media y baja y en manufacturas basadas en recursos naturales, no resulta muy acorde con el grado de desarrollo de nuestra economía y representa una debilidad, a la vez que amenaza, para el futuro del sector, debido a la inexorable competencia en precios que se avizora. A pesar de este patrón de especialización, España ha conseguido mantener la cuota mundial de exportación de mercancías en el 1,8% (en 2007 suponía el 1,9%) y se ha situado como la decimosexta economía en cuanto a volumen de exportaciones mundiales. Esta situación contrasta con la evolución demostrada por el sector exportador en otras economías desarrolladas europeas. En conjunto el peso de las exportaciones de los países de la Unión Europea ha descendido 6,8 puntos en la última década. El mantenimiento de la cuota exportadora se ha fundamentado en el alto grado de diversificación de productos exportados. España mantiene una ventaja comparativa revelada superior a la unidad en 379 productos y se sitúa como la sexta economía en el ranking mundial en cuanto a diversidad de productos exportados, incrementado en 28 el número de productos exportados con ventaja relativa superior a la unidad desde el año 2005.
Con relación al comportamiento de las exportaciones de servicios, la principal afirmación que se desprende de las cifras recientes es el hecho de que el estereotipo afianzado de que la economía española exporta casi exclusivamente servicios turísticos es erróneo. De los 122.682 millones de euros correspondientes a las exportaciones de servicios que registró nuestra economía en el año 2017, 62.520 millones correspondieron a servicios no turísticos lo que supone el 51% del total. El espectacular crecimiento de la exportación de servicios no turísticos, y sobre todo la evolución de su saldo, supone un cambio estructural en el patrón exportador español desde el inicio de la crisis económica. Así, mientras que a finales de 2007 los servicios no turísticos presentaban una balanza deficitaria de 434 millones de euros, en cambio en el año 2017 se alcanzó un el superávit de casi 15.000 millones. La fortaleza de la economía española como exportadora neta de servicios no turísticos se sustenta en que consigue un superávit casi generalizados tanto en el tipo de servicio exportado como también en el mercado de destino.
Más información en el artículo “Cambios en el patrón exportador”, publicado en el número 158 de Papeles de Economía Española.