Mientras que en los años noventa los hombres declaraban participar, estar interesados, dedicar tiempo a hablar e informase de política en mayor medida que las mujeres, en la actualidad dichas diferencias se han diluido en gran medida, especialmente por lo que se refiere a la participación en actividades de protesta. Incluso algunas de estas actividades (como la firma de peticiones o la renuncia al consumo de determinados bienes por motivos políticos) se dan ya más entre las mujeres que entre los hombres. Esta tendencia irá probablemente acentuándose con el paso del tiempo, como ha ocurrido en los países nórdicos, donde las mujeres participan más que los hombres en estos dos tipos de actividades. Todo ello sugiere que, en la actualidad, las mujeres no participan en política en menor medida que los hombres, sino, más bien, que lo hacen de forma distinta a ellos, concretamente utilizando los canales que consideran más accesibles y realizando las actividades que mejor pueden compatibilizar con su vida cotidiana.
Sin embargo las diferencias de género persisten para el caso de la implicación con la política que los ciudadanos declaran tener. Por término medio los hombres declaran estar interesados en política en mayor medida que las mujeres (alrededor de un diez por ciento más). Además este hallazgo se produce en toda Europa y el tamaño de las diferencias de género es sustantivo, ascendiendo hasta un catorce por ciento en algunos países.
Las diferencias de género también son persistentes para el caso de la confianza que hombres y mujeres declaran tener en sus propias capacidades y habilidades participativas, así como la percepción del grado de facilidad para intervenir en el mundo de la política. En este caso, los hombres declaran tener un mayor nivel de confianza que las mujeres y las diferencias son de alrededor de un ocho por cierto. Finalmente, este artículo también muestra que las mujeres saben menos de política que los hombres, al menos de política partidista y electoral.
¿Por qué las mujeres se muestran más incómodas y reticentes a la implicación en el terreno de la política en abstracto que los hombres y, sin embargo, a la hora de participar en actividades concretas lo hacen en la misma medida que ellos?
Reflexionamos sobre dos tipos de causas. La primera afecta a la manera en la que se mide el concepto de política, mientras que la segunda se refiere a la socialización en roles de género.
Por lo que respecta a la primera, de acuerdo con los resultados de varios estudios, las mujeres identifican la política en abstracto como algo lejano a sus propios intereses personales, como, por ejemplo, el funcionamiento de los servicios y las políticas sociales. ¿Hasta qué punto el polisémico concepto de política es interpretado de la misma forma por hombres y mujeres? Los indicadores que se han utilizado hasta el momento en la mayoría de las investigaciones comentadas en este artículo se hallan relativamente sesgados hacia los intereses de los hombres, reflejando en mayor medida lo que ellos entienden por política, y dejando fuera otros intereses igualmente políticos, pero no típicamente partidistas, tales como por ejemplo las implicaciones prácticas de ciertas políticas sociales y locales (atención primaria, educación, desempleo, etc.) directamente conectadas con el ejercicio cotidiano de la ciudadanía.
«Incluso en países comprometidos con la igualdad de género, los niños y las niñas siguen creciendo con la idea de que la política es cosa de hombres. Una idea que se difunde de forma casi inconsciente no solo a través de los valores familiares».
Resulta, por tanto, necesario ampliar el concepto de política que los investigadores utilizamos para realizar nuestros estudios y mejorar los indicadores para medir la implicación de los ciudadanos en el mundo político, distinguiendo entre política en abstracto y los distintos intereses políticos concretos que los ciudadanos tienen, así como también diferenciando entre ámbitos políticos (no solo el nacional, sino también el local o el internacional). Para ello se requiere una mayor apertura a la hora de diseñar los instrumentos de investigación que utilizamos (como las encuestas de opinión pública).
Por lo que se refiere a la socialización en roles de género, incluso en países comprometidos con la igualdad de género, los niños y las niñas siguen creciendo con la idea de que la política es cosa de hombres. Una idea que se difunde de forma casi inconsciente no solo a través de los valores familiares sino también en la escuela, en los medios de comunicación, en las redes sociales, incluso en el mercado de los juguetes y el ocio que se ofrece a los niños.
Las normas ligadas a la socialización en roles de género se aprenden en la infancia y resultan muy difíciles de cambiar, una vez que se han asimilado. Mientras que, en general, a las niñas se les inculca el valor de la empatía e interconectividad con los demás, a los niños se les enseña la importancia de valores como la asertividad, el interés personal y la independencia. Todo ello se traduce en expectativas muy distintas respecto al papel de hombres y mujeres en la sociedad. Obviamente, de los hombres se espera una mayor implicación en la vida pública, mientras que de las mujeres se espera que den prioridad al ámbito familiar y privado frente al público. Esta narración sobre lo que somos y deberíamos ser afecta a nuestras relaciones en el trabajo, en el hogar, en la escuela, y contribuye a crear dinámicas y procesos sociales que desempeñan un papel fundamental a la hora de perpetuar las desigualdades y diferencias de género existentes y que consiguen adaptarse de forma persistente a las transformaciones sociales y económicas de las sociedades.
Luchar contra esta inercia, fomentar el equilibrio de género en los ámbitos domésticos y laborales es una demanda cada vez más extendida en la sociedad. Se trata, al fin y al cabo, de cambiar la manera en la que gestionamos nuestros roles en las dimensiones pública e privada, partiendo de la igualdad de capacidades entre hombres y mujeres para participar en ambas dimensiones.
Más información en el artículo ‘Brechas de género en relación con la política: implicación, conocimiento y participación’, publicado en Panorama Social, número 27.