A pesar de los importantes avances que ha experimentado nuestra sociedad en términos de igualdad y de los esfuerzos desplegados para lograr una educación igualitaria entre las personas jóvenes, seguimos observando una marcada brecha de género en las aspiraciones académicas y profesionales de las chicas y los chicos ya desde la educación secundaria. Es decir, a día de hoy, muchas chicas jóvenes siguen mostrándose reacias a decantarse profesionalmente por carreras vinculadas a algunos ámbitos tecnológicos y científicos (solo un 25,26% de mujeres en ingeniería y arquitectura). Las mujeres, asimismo, representan un 59,90% de las matriculaciones en ciencias sociales y jurídicas y un 50,62% en ciencias básicas. De igual modo, muy pocos hombres se decantan por ámbitos ligados a la salud (con un 28,43%) o las carreras relacionadas con la educación (jardín de infancia con un 18,90% y educación primaria con un 2.44%).
Estos datos evidencian, aún hoy en día, la presencia de una fuerte segregación vocacional entre hombres y mujeres desde la educación secundaria. En este sentido, la brecha de género en la elección de estudios y profesiones sigue siendo un tema de máxima actualidad, con múltiples implicaciones tanto en la participación como en la posición que ocupan las mujeres y los hombres en nuestra sociedad. Esta brecha está determinada por factores culturales específicos del proceso de socialización y es, por tanto, en estos aspectos en los que debemos incidir si queremos reducirla o incluso eliminarla. Es más, no hay nada intrínseco a las disciplinas y profesiones que las haga más o menos aptas para las chicas o para los chicos, de manera que es en la igualdad de oportunidades de que disponen a la hora de aproximarse a los diferentes ámbitos y escoger sus trayectorias académicas y profesionales donde se encuentra tanto la clave de este asunto como la oportunidad para el cambio.
En este sentido, para entender mejor este fenómeno conviene tener presente cómo algunos de los factores vinculados al proceso de socialización contribuyen a explicar la falta de interés de algunas chicas y chicos por carreras que tradicionalmente han venido considerándose congruentes con los roles de género masculinos o femeninos. Es decir, la influencia que tienen los estereotipos y sesgos de género que albergan estudiantes y profesorado de educación secundaria, así como las madres y los padres de dichos estudiantes, sobre la brecha de género en la elección de estudios y profesiones.
En lo que respecta a los estudiantes de secundaria, mientras las chicas se perciben más competentes en las lenguas, los chicos se consideran más competentes en las materias de tecnología e informática. Asimismo, estudios longitudinales en nuestro contexto muestran la preferencia a lo largo del tiempo de las chicas y de los chicos por materias ligadas a los roles de género. En definitiva, observamos una tendencia de las chicas con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años a interesarse más que sus compañeros por materias y profesiones ligadas al rol de género femenino, como serían las lenguas o la biología, descartando en mayor medida que los chicos los estudios vinculados a la tecnología, la informática o las ciencias físicas. De igual modo, los chicos tienden a interesarse más que sus compañeras por las materias y estudios vinculados a la tecnología, la física y la informática.
«Las expectativas que muestra el profesorado de secundaria se convierten en profecías que se auto-cumplen, en la medida en que sus estudiantes terminan convirtiéndolas en una realidad».
Por otra parte, algunas investigaciones apuntan que el profesorado de secundaria desempeña un papel importante no sólo en la elección de estudios e itinerarios académicos de los estudiantes, sino que también influye en su rendimiento. Por ejemplo, durante las clases de ciencias y matemáticas, el profesorado anima más a los chicos que a las chicas a que pregunten y/o expliquen algún problema relacionado con las clases. En este sentido, las expectativas que muestra el profesorado de secundaria se convierten en profecías que se auto-cumplen, en la medida en que sus estudiantes terminan convirtiéndolas en una realidad.
Además, se ha demostrado que los padres y las madres esperan más de sus hijos que de sus hijas respecto al rendimiento en las asignaturas y trayectorias académicas ligadas a la tecnología y las matemáticas. En este sentido, los padres y las madres suelen animar más a sus hijas a elegir carreras vinculadas al rol de género femenino, como, por ejemplo, medicina o educación, en lugar de animarlas a estudiar carreras ligadas a la tecnología o las ciencias puras. No obstante, y a pesar de que son muchos los estudios que abordan la forma en que las madres y los padres fomentan el interés científico y tecnológico de sus hijos más que el de sus hijas, no hay estudios que aborden la promoción de vocaciones humanísticas, artísticas y de ciencias sociales entre los jóvenes por parte de las madres y los padres. Sin duda, para comprender mejor la segregación vocacional de los jóvenes, sean chicos o chicas, se hace necesaria más investigación en este campo que permita profundizar en la manera como las familias fomentan las vocaciones de manera distinta entre sus hijos e hijas.
En definitiva, nos planteamos que resulta difícil desarrollar propuestas de actuación que contribuyan a evitar los sesgos de género y las actitudes sexistas en el ámbito de la educación secundaria, si no se tiene en cuenta la trayectoria de los estudiantes y el contexto de socialización en el que estos sesgos se construyen. Además, debatimos sobre la falta de modelos masculinos y femeninos en algunos estudios y profesiones que sirvan, en la práctica, de referencia a otras personas jóvenes. Asimismo, consideramos importante tener en cuenta que las carreras en las que las mujeres son mayoría tienen menor prestigio social, ya sea en términos de posición, liderazgo, acceso al poder o retribución salarial, que las que ocupan mayoritariamente los hombres. Por último y por ello no menos importante, llamamos la atención sobre la importancia de dar visibilidad, entre las personas jóvenes y a nivel del contexto educativo, a las aportaciones científicas y tecnológicas de las mujeres.
Más información en el artículo ‘Brecha y sesgos de género en la elección de estudios y profesiones en la educación secundaria’, publicado en Panorama Social, número 27.
Los autores de este artículo son miembros del grupo de investigación GenTIC –Gender and ICT research group–.