Podría parecer extraño que la ratio de morosidad de las entidades de crédito españolas aumentara en el mes de octubre hasta el 9,27% desde el 9,21% del mes anterior, según los últimos datos publicados este lunes por el Banco de España. La sorpresa puede venir porque la subida se produce en un contexto de crecimiento de la economía y el empleo y tras registrar este cociente caídas de forma casi continua desde el máximo histórico del 13,62% de diciembre de 2013.
La morosidad es tan sinuosa como el tango y, como en este baile, para dominarla hacen falta dos. Por un lado, es preciso que el volumen de créditos problemáticos disminuya y, por otro, que el total prestado aumente o, al menos, se mantenga. Sin embargo, lo que observamos con frecuencia desde hace ya un tiempo es que tanto numerador como denominador de este cociente disminuyen y eso hace más lenta la caída de la morosidad bancaria en España. Octubre fue, sin embargo, algo peculiar, porque el volumen de créditos dudosos subió en 50 millones respecto a septiembre, mientras que el saldo del total prestado al sector privado cayó en 7 millones de euros. No pueden interpretarse estos datos, no obstante, como una interrupción en el saneamiento de la actividad bancaria que tan intensamente se está produciendo en los últimos años, acompañado por un esfuerzo no menos ingente de familias y empresas por reducir su deuda. En primer lugar, cabe destacar que en octubre de 2016 la morosidad había caído en 22.828 millones respecto al mismo mes del año anterior. Y son ya 79.467 millones menos que en la cota máxima histórica de diciembre de 2013.
«La tan comentada circular 4/2016 de análisis y cobertura del riesgo del Banco de España entró precisamente en vigor el 1 de octubre y, entre otras cosas, exige que algunos de los préstamos ahora refinanciados engrosen la morosidad, lo que ha podido repercutir en el pequeño aumento registrado».
También conviene observar que en las provisiones para cubrir potenciales pérdidas de ese crédito ya ascienden a 71.426 millones, una cobertura del 60,6%. Y, lo que es más importante: el supervisor exige desde hace años no sólo un esfuerzo importante en materia de esas provisiones sino en la consideración de qué es y qué no crédito moroso. La tan comentada circular 4/2016 de análisis y cobertura del riesgo del Banco de España entró precisamente en vigor el 1 de octubre y, entre otras cosas, exige que algunos de los préstamos ahora refinanciados engrosen la morosidad, lo que ha podido repercutir en el pequeño aumento registrado. Además, parece que la EBA ha cambiado este criterio y, de hecho, ya existe alguna disposición en fase de discusión que sugiere que el supervisor pueda relajar la consideración de esas refinanciaciones (o buena parte de ellas) como dudosas, lo que puede hacer que la caída de la morosidad se acelere en mayor medida en los próximos meses. Por otro lado, hasta el momento, la intensa amortización de deuda ha superado a los flujos de nuevos préstamos. Es por ello por lo que el stock de crédito no está creciendo en términos netos. Cuando el stock de crédito vuelva a crecer, la ratio de morosidad caerá de forma más acelerada. Lo importante es que la recuperación de la economía siga generando proyectos rentables, para que el crédito pueda seguir creciendo en una senda saneada.