Algo de aire ayer para unos mercados que en las últimas semanas han estado algo cortos de oxigenación. Se funciona a empujones. En general, predominan las tendencias correctivas, pero a veces se cruzan algunos astros para traer algo de alivio. Este fue el caso de la apertura bursátil de la semana en Europa, con el petróleo algo hacia arriba (aunque aturdido por las abruptas caídas de precios recientes). La mera expectativa de que Italia puede revisar su presupuesto —algo a lo que se había negado hasta ahora— también fue recibida positivamente, especialmente en la negociación de bonos soberanos. También se aprecia un cierto efecto del acuerdo sobre el Brexit. Aunque pendiente de ratificación parlamentaria en Londres, simboliza uno de esos match ball salvados a los que tan acostumbrados nos tiene la diplomacia europea y que son tan del gusto de los inversores. En todo caso, al Brexit le quedan muchos avatares por delante y los mercados lo continuarán notando con volatilidad.
Estas idas y venidas tienen fundamentos exógenos volátiles —como el de los precios de la energía—, pero también vaivenes políticos en una UE revuelta. No obstante, las referencias macroeconómicas no parece que tampoco estén ayudando mucho en la valoración de largo plazo. La que esta semana fue probablemente más relevante, la del clima empresarial que proporciona el IFO alemán, revela que el hojaldre del Baumkuchen centroeuropeo se está cayendo. La economía germana se enfría. Se debe tomar nota y actuar en consecuencia.
En la Bolsa española, todo lo que tiene que ver con el petróleo o con la banca pesa… y mucho. Jornadas como la de ayer no pueden ocultar que en los últimos tiempos esos dos sectores están sufriendo un castigo tal vez excesivo en las valoraciones. En materia bancaria, todas las instituciones financieras europeas sufren al paso que marca la maltrecha calidad de los activos bancarios italianos y su conexión con el riesgo soberano. El Banco de Italia alertó la semana pasada de que los inversores foráneos estaban huyendo en desbandada y dejando con poca liquidez los bonos soberanos transalpinos. Esa presión ha debido llegar al Ejecutivo italiano para, al menos, replantearse su negativa a revisar sus presupuestos. Pero seguramente estamos aún lejos de una posición que sea satisfactoria en Bruselas. Lo que más ponderación tiene (a la baja) para las economías europeas endeudadas a largo plazo es la perspectiva de mayores tipos de interés que presionen sobre el coste del endeudamiento.
Por encima del embrollo europeo, sobrevuelan otras tendencias de mercado que tienen mucho que ver con la tendencia principalmente contractiva de un 2018 que está siendo complicado en los mercados. No es el mejor momento —al menos no tan boyante como hasta ahora— para las BigTech. Está de nuevo sobre la mesa el debate sobre su posible sobrevaloración. La guerra comercial sigue en pie y es difícil divisar progresos verdaderos hacia el entendimiento entre Trump y Xi Jinping, que se reunirán en el G20 que se celebra esta semana en Buenos Aires.