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Las finanzas en 2021

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Un deseo recurrente estos días es dejar atrás el año de la pandemia. La esperanza es un 2021 mucho mejor. En lo financiero, los últimos 12 meses han venido marcados por una amplísima liquidez inyectada por los bancos centrales, con un potente apoyo a la deuda soberana –que ha crecido notablemente, al igual que la privada– y el mantenimiento de tipos de interés ultrarreducidos o negativos. La renta variable ha sufrido muchos vaivenes con la pandemia, pero se ha recuperado en buena parte, aunque, en el caso del Ibex, las pérdidas en el año se sitúan actualmente en torno al 15%. Todo apunta a que 2021, más aún tras el acuerdo post-Brexit, puede marcar la salida de la crisis y recuperación, pero también pueden reactivarse tensiones aparentemente olvidadas, como la inflación y la sostenibilidad de la deuda.

La paradoja podría ocurrir en la segunda parte del año, cuando supuestamente gane más fuerza la recuperación, se esté aplicando más gasto y los mercados empiecen a dar algunas señales de preocupación sobre la sostenibilidad de la deuda

Santiago Carbó

El mayor quebradero de cabeza de los inversores es la posibilidad de un revés en los planes de combate frente a la covid-19, como supondrían retrasos en la vacunación o mutaciones significativas del virus. También pesa la inflación en el sentimiento financiero, que ya no aparece descartada tras la coincidencia de políticas monetarias y fiscales fuertemente expansivas. Con un ambiente financiero con exceso de optimismo, la psicología inversora está inundada por la sensación casi inercial de que las cosas solo pueden mejorar, pero el mundo actual tiene demasiadas aristas. En este final de año los mercados ya han descontado parte de esa recuperación. La mano se juega a un trío de ases (vacuna, confianza, recuperación), pero, ojo, llevamos años quedándonos con cara de póker. Faltan referencias para las inversiones más especulativas, lo que parece explicar el éxito reciente de inversiones heterodoxas como el bitcoin, hasta el punto de ser aceptado en círculos de mercado más formales –algunos inversores institucionales y bancos–, en ausencia de referencias como el oro.

La paradoja podría ocurrir en la segunda parte del año, cuando supuestamente gane más fuerza la recuperación, se esté aplicando más gasto y los mercados empiecen a dar algunas señales de preocupación sobre la sostenibilidad de la deuda. Sobre todo, si cambiaran las perspectivas sobre los tipos de interés ante una subida de la inflación. Curiosamente, el escenario contrario, que la inflación no vuelva ni con todos esos estímulos, también preocupa. Confirmaría un problema estructural grave tras 12 años de políticas monetarias muy laxas.

En cuanto a la bolsa de valores, las farmacéuticas continuarán teniendo gran atractivo gracias a vacunas y tratamientos. Sin embargo, las grandes tecnológicas pueden sufrir por la penalización regulatoria en materia de protección de datos y de defensa de la competencia que, además, está ocurriendo de manera sincronizada en Estados Unidos y Europa. Otro sector clave, como el bancario, tendrá noticias mixtas. Por un lado, se liberará de algunas restricciones sobre dividendos. Por otro, habrá que ver el impacto en sus cuentas de resultados del probable aumento de la morosidad. Como para el resto de los mortales, 2021 se abre a emociones descontroladas también para los mercados. Las alegrías y las penas irán, otra vez, por barrios.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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