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La guerra arancelaria ha generado una persistente volatilidad monetaria y financiera

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Todavía quedan unos cuarenta días para el 9 de julio, cuando vence la tregua arancelaria que anunció el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Ya se han cerrado algunos acuerdos comerciales, el más conocido el del Reino Unido, pero también se alcanzó un pacto con términos preliminares en las negociaciones comerciales futuras con China, aunque las relaciones siguen siendo complejas y volátiles. La UE recibió una andanada la semana pasada ante los escasos avances en las negociaciones. Recibió una amenaza de aranceles del 50% que entrarían en vigor el 1 de junio. Sin embargo, tras una conversación telefónica entre el presidente estadounidense y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, las aguas se calmaron y se volvió al escenario de mantener las negociaciones y la tregua hasta el 9 de julio.

La pausa arancelaria ha sido bien recibida en los mercados financieros en las últimas semanas, aunque las dudas pueden volver entre los inversores conforme se vaya acercando el 9 de julio. Los bonos han tenido menos “cuartelillo” y siguen con bastante tensión, sobre todo los treasuries estadounidenses, reflejando no solamente los impactos negativos potenciales de la guerra comercial sobre la economía de EE. UU., sino también las dudas sobre el déficit público estadounidense. 

Esta incertidumbre está llevando a que los bancos centrales sigan muy cautos sobre sus decisiones futuras de tipos de interés. La Reserva Federal advirtió sobre el aumento de los riesgos económicos cuando mantuvo sin cambios los tipos principios de mayo. Las actas de esa reunión, que se conocerán en unos días, pueden revelar más preocupaciones. Como incide algún banco de inversión, cualquier detalle sobre cómo, por ejemplo, respondería la Fed ante una estanflación, si llegara a materializarse, sería de sumo interés. También se duda que la Fed quiera perder flexibilidad sobre su capacidad de reacción en esta etapa convulsa 

¿Qué descuentan los mercados en estos momentos? Pues que habrá dos recortes de tipos en EE. UU. antes de que finalice el año. Pero no hay consenso entre los analistas y consideran muy optimista ese escenario de dos rebajas, ya que para muchos la inflación dentro de un año superará el 3%, lo que haría mucho más cauta a la Fed, a pesar de las presiones políticas, a la hora de bajar el precio oficial del dinero. 

También hay especulaciones sobre lo que hará el BCE en los próximos meses. El gran susto de la semana pasada, con la posibilidad de que EE. UU. aumentara los aranceles a los productos de la UE al 50%, probablemente daría lugar a una grave recesión en la eurozona que obligaría al BCE a recortar los tipos aún más de lo esperado por muchos analistas, que es el 1,5%. Rebajada la última tensión, no hay claridad sobre en qué nivel se establecerán los aranceles con la UE, que propone una reducción gradual hasta cero en productos agrícolas no sensibles y bienes industriales, una oferta que, por lo que parece, EE. UU no acepta. 

La mayoría de los analistas cree que habrá represalias por parte de la UE pero aún se desconoce la magnitud, aunque probablemente sería más contenida en comparación con las tarifas propuestas por EE. UU. En todo caso, unos aranceles más elevados y un período prolongado de incertidumbre tendrían un efecto significativamente negativo en el crecimiento de la eurozona, pero el efecto neto sobre la inflación sería negativo a corto plazo, por lo que el BCE probablemente recortaría los tipos más allá del 1,5%. 

Estas incertidumbres económicas, de inflación y monetarias se han dejado sentir en los mercados financieros. Con dos botones de muestra: los treasuries americanos y el bitcoin. En las últimas dos semanas, los bonos del Tesoro de Estados Unidos han experimentado un notable aumento en sus rendimientos, reflejando la creciente preocupación de los inversores por la salud fiscal del país y la incertidumbre arancelaria. También con una demanda más débil en las subastas. Una reciente subasta de bonos americanos a 20 años registró una demanda inferior a la esperada, lo que sugiere una menor apetencia por la deuda a largo plazo y contribuye al aumento del coste de la misma. El aumento de los rendimientos de los bonos está ejerciendo presión sobre las bolsas de valores. Asimismo, los rendimientos más altos de la deuda están elevando los tipos en otros sectores, como las hipotecas y los préstamos al consumo, lo que podría ralentizar la actividad económica y aumentar el riesgo de una recesión. 

Un gran contraste con la evolución del bitcoin. Que no deja de sorprender en un contexto de tanta incertidumbre, al tratarse de una inversión de alto riesgo. Sus tenedores han tenido mucho que celebrar recientemente. La criptomoneda alcanzó nuevamente niveles récord esta semana, ampliando un repunte que comenzó días después de que Trump anunciara su agresiva política arancelaria el 3 de abril. El aumento del 43% del bitcoin desde abril ha superado el 10% de ganancia del oro y el 24% del Nasdaq Composite en el mismo período. Por tanto, la guerra arancelaria le ha sentado bien. También impulsada por los avances legislativos en Washington hacia un acuerdo sobre las primeras normas estadounidenses para las stablecoins. Y mientras continúen los nervios, estos activos digitales de tanto riesgo pueden seguir haciendo su agosto. Algo a seguir muy de cerca también. No solamente de tipos de interés vive el inversor. 

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