Tras encadenar dos trimestres consecutivos con caídas del PIB, Italia está técnicamente en recesión, pero los problemas de crecimiento del país transalpino no son coyunturales sino de largo plazo. Muchos de sus datos macroeconómicos están cerca de los peores entre los países desarrollados (crecimiento del PIB, del PIB per capita, la productividad, su tasa de inversión…), lo que se explica en buena parte por la existencia de rigideces que sólo pueden solventarse mediante reformas estructurales.