El crecimiento de la población y el peso relativo de sus distintos componentes es, hoy día, un elemento central e imprescindible en cualquier debate sobre el bienestar económico y social de España. Más allá de sus consecuencias sobre el envejecimiento, las dinámicas derivadas del crecimiento de la población intervienen directamente en cuestiones tan relevantes como el mercado de la vivienda, el crecimiento económico y la productividad. En las últimas décadas, el crecimiento de la población en España refleja una combinación de persistente baja natalidad, envejecimiento sostenido y auge de la inmigración, que continúa siendo el principal motor del aumento de residentes. Analizar estas tendencias con una perspectiva temporal amplia permite comprender mejor su alcance real y su impacto en la sociedad y la economía españolas.
Ya en diciembre, es posible adelantar una previsión del crecimiento poblacional en España para 2025. Si la pauta de nacimientos, fallecimientos y migraciones de los nueve primeros meses del año se cumple para el conjunto de 2025, la población residente habrá crecido en casi 420.000 habitantes, resultado de un crecimiento vegetativo (nacimientos – fallecimientos) de -124.000 y de un saldo migratorio estimado de 543.000 (gráfico 1A).
La cifra de crecimiento vegetativo, en descenso casi interrumpido desde 2008, sería la tercera más baja desde 1975. El saldo migratorio, aunque se situaría por debajo del máximo reciente alcanzado en 2022 (+733.800), seguiría siendo superior al registrado en 2019 (+457.185). En cuanto al crecimiento total de la población, también sería el más reducido desde 2022 (+598.634), pero en este caso la persistencia del crecimiento vegetativo negativo lo situaría apenas por encima del nivel observado en 2019 (+399.099).
En términos relativos, como tanto por mil de la población a 1 de enero de 2025, la proyección para 2025 implica un crecimiento total del 8,5 por mil, un crecimiento vegetativo del -2,5 por mil, y un crecimiento debido a las migraciones del 11,1 por mil (gráfico 1B).
Vistas las cosas con la perspectiva de los años transcurridos desde el año 2000, el crecimiento total de la población residente en España superaría los 9 millones de habitantes (9,08 millones), con una aportación marginal del crecimiento vegetativo (+ 216.000 habitantes) y fundamental de las migraciones (+ 8,86 millones) (gráfico 2A). La aportación del crecimiento vegetativo rondó el millón anual de habitantes en la década de 2010, pero desde 2015, cuando se convirtió en negativo, su contribución se ha revertido. La aportación de las migraciones se redujo en 2012, justo cuando empezábamos a salir de la crisis económica, pero se recuperó con intensidad a partir de 2016.
En términos relativos, la población residente en España habrá crecido al acabar 2025 un 18,5% desde el año 2000, lo que se reparte entre un 18% debido a las migraciones y un 0,4% debido al crecimiento vegetativo (gráfico 2B).
En conjunto, las cifras recientes confirman la continuidad de un patrón demográfico en el que la inmigración sostiene el crecimiento poblacional, en contraposición a un crecimiento vegetativo negativo desde 2015 y que se ha consolidado a lo largo de las dos últimas décadas. Aunque el saldo migratorio parece estar creciendo menos en los últimos años –a la vista de un crecimiento vegetativo que no levanta cabeza, ni parece ir a hacerlo a corto plazo, tal como indican los bajísimos índices de fecundidad recientes– todo apunta a que esa dinámica demográfica se intensificará.













