Puntual a su cita, el INE publicó esta semana los resultados de la EPA del primer trimestre del año. Es una de las estadísticas más esperadas. No en balde, la recuperación del empleo y la disminución del paro es la tarea más importante de reconstrucción tras el desastre provocado por el tsunami de la crisis.
Los datos no se salieron apenas del marco de lo predecible en función de la coyuntura y la estacionalidad de estas fechas. Hay que recordar que los primeros trimestres son muy desfavorables para el mercado laboral. Por ello, las predicciones apuntaban a un descenso neto del empleo, como así ha sido: 114.300 ocupados menos que en el trimestre anterior. Ahora bien, este descenso, al desestacionalizar los datos, se convierte en un aumento de 75.000, un 0,43% más que en el trimestre anterior (1,7% en tasa anualizada). Esta es la cifra relevante que hay que valorar. Este aumento es casi la mitad del que se produjo el trimestre anterior en los mismos términos: 140.500 ocupados más y una tasa trimestral anualizada del 3,3%. Cabría concluir, por tanto, que el dato no ha sido especialmente bueno.
No obstante, hay que tener presente que la EPA es una encuesta y que, como tal, se mueve dentro de unos márgenes de error. En el gráfico 1 puede verse esta erraticidad al comparar la evolución de la población en edad de trabajar (de 16 a 64 años, más exactamente), que es una cifra calculada por los servicios de demografía del INE, con la población activa estimada por la EPA. Esta, como no puede ser de otra manera, sigue la tendencia de la población en edad de trabajar, pero registrando fluctuaciones mucho más marcadas que tienden a compensarse entre ellas. Es lo que los económetras denominan ruido blanco y la gente de la calle, dientes de sierra. En el cuarto trimestre del pasado año la población activa creció bastante más que la población en edad de trabajar, lo que nos está diciendo que el error de estimación fue al alza: los activos, ocupados y parados aumentaron por encima de lo “normal”. Como estos errores tienden a compensarse, en este trimestre ha sucedido lo contrario. Por eso es conveniente no sacar conclusiones precipitadas de un solo dato y mirar más a la tendencia. En este sentido, en los últimos cuatro trimestres ha habido un aumento medio trimestral de 125.000 ocupados, que equivalen a una tasa anualizada cercana al 3%. Este es un ritmo superior al que viene creciendo el PIB. La reconstrucción, por tanto, ha empezado con brío, pero no debemos olvidar que el empleo neto creado hasta ahora no llega al 14% del perdido durante los años de recesión (gráfico 2).
GRÁFICO 1
GRÁFICO 2
En este panorama positivo hay, sin embargo, un factor que explica parcialmente este fuerte ritmo de creación de empleo y que desaparecerá en unos meses: el ciclo electoral. En los dos últimos trimestres, y siempre en términos desestacionalizados, los sectores donde más aumenta en porcentaje la ocupación son los servicios de no mercado (sector público) y la construcción, muy influida por el tirón de la obra pública. Gran parte de estas obras habrá que pagarlas este año, lo que pone en riesgo el cumplimiento del déficit público programado. No obstante, también son destacables los crecimientos en la industria y en los servicios de mercado.
A la par que los ocupados aumentaban en 75.000 en términos desestacionalizados, los activos disminuían en 60.000, por lo que los parados descendían en 135.000. Es decir, sólo poco más de la mitad del descenso del paro en este trimestre se debió a la creación de empleo (gráfico 3). Sin embargo, con una visión más amplia, toda la reducción del paro en los últimos cuatro trimestres se ha debido a la creación de empleo, ya que la población activa ha aumentado ligeramente. La tasa de paro, también desestacionalizada, caía medio punto porcentual en el trimestre, hasta el 23,1% de la población activa, y 2,2 puntos en los últimos cuatro.
GRÁFICO 3
Las previsiones trimestrales para lo que resta del año (gráfico 4) contienen un elevado margen de error, dada la erraticidad de la EPA en los últimos trimestres, pero en media anual apuntan a un aumento del empleo del 2,7% (475.000 ocupados). Los parados disminuirían algo más, 505.000, dado que la población activa descendería en unas 30.000 personas. La tasa de paro media anual se reduciría hasta el 22,3% y la del último trimestre al 21,4% de la población activa.
GRÁFICO 4
Fuentes de los gráficos: INE (EPA) y Funcas (previsiones). Gráficos elaborados por A. Laborda