Al contrario que en los dos años anteriores, las fiestas navideñas no han sentado bien a los mercados financieros, que andan inquietos y reaccionan con miedo refugiándose en sitios seguros ante cualquier noticia o rumor que pudiera reducir sus pingües ganancias conseguidas en estos años de crisis, basadas en la enorme liquidez que les proporcionan los bancos centrales y en descuentos de futuros beneficios por parte de las empresas que en muchos casos están en el alero.
Sin embargo, y a pesar de ello, el año 2015 no pinta mal, al menos para España. La economía española, sacando fuerzas de flaqueza, viene creciendo cinco décimas porcentuales por trimestre, lo que supone una velocidad de crucero del orden del 2% anual. De cara a este nuevo año, están entrando en escena nuevos factores que podrían frenar este ritmo y otros que, al contrario, deberían acrecentarlo. En el balance parece que pesan más estos últimos, por lo que cabe esperar que la recuperación vaya ganando fuerza.
Entre los factores que pueden jugar en contra, cabe señalar el práctico estancamiento de las principales economías de la zona euro, que son nuestros primeros mercados. Sin salir de Europa, está por resolver el problema griego, que ya no puede seguir aparcado mucho más tiempo. Ello puede provocar una nueva crisis financiera en la zona y cuantiosas pérdidas para los contribuyentes europeos, que hemos aportado grandes sumas de dinero para rescatar financieramente a ese país, igual que hemos hecho con muchos bancos. Fuera de Europa, las cosas tampoco pintan bien en muchos países emergentes, que son importantes mercados para nosotros. Aparte del efecto sobre la demanda de bienes y servicios españoles, también ahí puede surgir alguna crisis financiera que, como país vulnerable que seguimos siendo, pudiera contagiarnos. Y, por lo que respecta a nuestro propio país, tenemos el riesgo de inestabilidad política que puede surgir del nuevo diseño del mapa electoral que se está produciendo y del independentismo catalán. Afortunadamente, la situación económico-financiera de España es hoy mucho más fuerte que cuando se desató la crisis del euro, por lo que el impacto de alguno de estos riesgos sería menor que entonces.
Como factores de impulso, podemos mencionar, en primer lugar, la fuerte bajada del precio del petróleo. La incertidumbre sobre la cotización futura de esta materia prima, que en España la importamos en su totalidad, es muy elevada, pero es bastante probable que la factura que pagamos los españoles por ella va a ser este año sustancialmente inferior a la del pasado. Por ejemplo, si se mantuviera durante todo el año el precio actual de unos 50 dólares el barril de tipo Brent, dicha factura se reduciría a la mitad en dólares y algo menos, en torno al 40%, en euros, asumiendo una depreciación razonable del euro frente al dólar. Ello supondría un ahorro de unos 15.000 millones de euros, casi el 1,5% del PIB español. Con este ahorro, los españoles podemos gastar más en consumo e inversión productiva, podemos ahorrar y devolver deuda, todo a la vez, un auténtico regalo.
Fuentes: Comisión Europea, M. de Empleo, INE y Funcas (previsiones 2015).
Gráficos elaborados por A. Laborda.
Otro factor de impulso va a ser la reforma fiscal, que, según Hacienda, va a inyectar unos 3.400 millones de euros en los bolsillos de las familias. También las familias, las empresas y las administraciones públicas van a contar con mejores condiciones financieras, tanto en forma de menores tipos de interés, como sobre todo de mayor acceso al crédito. La depreciación del euro va a ayudar a los exportadores, compensando parcialmente la debilidad de la demanda exterior. Otro impulso puede venir de una política de gasto público más expansiva, que por algo estamos en año electoral. Por último, contamos con el inicio de la recuperación del sector de la construcción, importante para la creación de empleo.
Teniendo en cuenta todos estos factores, el crecimiento de la economía española debería acelerarse hasta alcanzar una tasa media anual en este año del orden del 2,5% o posiblemente más. Esto daría para crear unos 330.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo y para que la tasa de paro bajase unos dos puntos porcentuales, hasta el 22,5% en media anual (21,7% en el último trimestre). El peligro en este año va a ser que, con estos resultados relativamente positivos, los dirigentes políticos y económicos piensen que la crisis está superada y paralicen o aparquen todos los procesos de ajustes, saneamientos y reformas pendientes, que son muchos. Si esto fuera así, 2015 podría acabar como una bonita fiesta que nos hace pasar momentos agradables, pero que resuelve pocos de nuestros problemas.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).