Esta crisis ha sido hasta ahora, fundamentalmente, de salud pública y de economía real. La caída del PIB del 0,5% en el primer trimestre nos lo ha recordado. Lo peor de los problemas sociales se ha evitado hasta ahora gracias a los numerosos sistemas de apoyo público, aunque el futuro es incierto en este contexto. Asimismo, aun con posible retardo, existen riesgos financieros latentes importantes. El último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España y los resultados de los principales bancos españoles, conocidos la semana pasada, dan pistas sobre lo que puede pasar en unos meses.
La banca española ha recuperado el tono en sus beneficios en los tres primeros meses del año, tras un 2020 en el que se vieron muy negativamente afectados por las provisiones que se dotaron por la covid. Dieron lugar a fuertes pérdidas —superiores a 8.000 millones de euros— en el conjunto del sector el año pasado. Esas provisiones representaron cautela. Probablemente, el preludio de una morosidad que todavía no ha asomado pero que las principales autoridades supervisoras y analistas dan por seguro que aparecerá. Es buena noticia que los resultados de las entidades financieras hayan mejorado conforme la vacunación avanza. Se atisba una recuperación inminente. Sin embargo, a pesar de la aparente buena evolución de la mora del crédito, hay señales inquietantes que revela el Informe de Estabilidad Financiera.
«Mantener la cautela en la gestión de las entidades bancarias y el sostenimiento de los apoyos públicos parecen necesarios para que no se materialicen buena parte de esos riesgos latentes».
Santiago Carbó
Algunos indicadores adelantados muestran un deterioro que probablemente termine impactando en el sector bancario. La crisis sanitaria está dañando los resultados de las empresas significativamente. Ha crecido en ocho puntos porcentuales el número de empresas con pérdidas en la Central de Balances del Banco de España. Ahora son el 34%. Por otro lado, los préstamos dudosos continuaron descendiendo en 2020 (un 3,8%), si bien en menor medida que en años precedentes (19% en 2019 y 29% en 2020). Eso sí, crecieron en segmentos específicos (por ejemplo, crédito al consumo) y particularmente los créditos en vigilancia especial, indicio claro del riesgo latente.
El importe avalado por los programas ICO se situó en torno a los 88.000 millones de euros y la financiación total concedida a empresas y autónomos en torno a los 115.000 millones. Las empresas que accedieron al programa del ICO presentaban un perfil de riesgo más elevado. Probablemente habrá voluminosas pérdidas que también tendrá que asumir el ICO. Las moratorias concedidas han superado los 56.000 millones, de las que han vencido 22.000 millones de euros en 2020, dejando el volumen vigente en unos 34.000 millones, de los que más del 50% vencen en abril y mayo. Habrá que estar atentos.
Si a este panorama añadimos el fuerte crecimiento de la deuda pública y una situación financiera débil de las familias por la caída de ingresos durante la pandemia, los desafíos financieros son considerables. Mantener la cautela en la gestión de las entidades bancarias y el sostenimiento de los apoyos públicos parecen necesarios para que no se materialicen buena parte de esos riesgos latentes. La clave estará en la fortaleza de la recuperación.
Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.