Funcas ha publicado esta semana una nueva edición del Panel de previsiones, que es una recopilación de las previsiones económicas de veinte instituciones. La media de las tasas de crecimiento del PIB esperadas para 2021 por dichas instituciones se sitúa en el 5,8%. No hay una variación significativa con respecto a la previsión “de consenso” del anterior Panel recopilado en marzo —tan solo un descenso de una décima, muy influido por el reajuste de previsiones de algún panelista, y por una caída del PIB en el primer trimestre mayor de lo anticipado—, siendo lo realmente destacado del actual la revisión al alza del crecimiento esperado para los próximos trimestres.
Gráfico 1
Fuente: Panel de previsiones de Funcas.
Gráfico 2
Fuente: IHS Markit y World Trade Monitor.
Esta mejora de las expectativas está motivada por la aceleración en el ritmo de vacunación y por la positiva evolución de la economía internacional, que se refleja en indicadores como el PMI global, el cual alcanzó en abril el nivel más elevado de la última década, o el dinamismo del comercio internacional, que ya ha superado los máximos anteriores a la pandemia. El encarecimiento de las materias primas, así como la escasez de microchips —hasta el punto de paralizar las cadenas productivas en numerosas plantas automovilísticas—, ponen de manifiesto que la economía mundial se encuentra ya claramente en un punto de inflexión. También la economía española, para la cual los participantes en este Panel prevén un crecimiento cercano al 2% en el trimestre en curso, que se aceleraría hasta superar el 3% en el verano.
Se puede calificar la previsión del 5,8% para el conjunto del año como conservadora: es mayor el riesgo de que se quede por debajo de la realidad, que de que la sobreestime. Todavía persisten importantes incertidumbres con respecto al comportamiento de factores clave en la determinación del resultado final, como la llegada de turistas o el consumo nacional. En cuanto a lo primero, la mayoría de los participantes en el Panel parten de la hipótesis de que en el verano se alcanzará en torno al 40% del nivel anterior a la pandemia, un supuesto que no se puede decir que peque de optimista. Con respecto al consumo, existe una importante dificultad para hacer una predicción, ya que no hay forma de estimar, debido a la inexistencia de precedentes, en qué medida el gasto será impulsado por la enorme bolsa de ahorro acumulado durante el pasado año —y que probablemente se ha acrecentado en el primer trimestre del actual—. La previsión media de los panelistas para el consumo es un crecimiento del 6,2%, que implicaría el mantenimiento de una tasa de ahorro notablemente por encima de la media de los últimos años. La impresión es que hay un importante margen para un mayor crecimiento. Si, por ejemplo, el turismo fuese 10 puntos superior a la hipótesis central, y el consumo creciera un punto porcentual por encima —nada de lo cual es descartable—, el PIB podría crecer entre siete décimas y un punto más de lo ahora esperado.
Con respecto al próximo año, la indefinición es aún mayor. La media aritmética del Panel apunta a un crecimiento del PIB inferior al de 2021, pero los panelistas están divididos mitad y mitad entre quienes esperan un crecimiento mayor y quienes esperan uno menor.
Finalmente en cuanto al déficit público, la previsión media es que este año se sitúe en el 8,5% del PIB, una décima más de lo estimado por el Gobierno, si bien aquí existe una gran dispersión en las opiniones. La mayoría de los panelistas esperan un déficit igual o inferior al del propio ejecutivo, al igual que algunas instituciones como el Banco de España o la Airef. Para el año próximo, en cambio, la previsión se sitúa claramente por encima de la oficial, con casi todos los panelistas alineados. La impresión es que, si bien el objetivo para este año es realista, la senda descrita en el Plan de Estabilidad, que apunta un descenso continuado del déficit hasta el 3,2% del PIB en 2024, es inverosímil sin ajustes estructurales de calado.
VIGOR DE LAS EXPORTACIONES | Las exportaciones de bienes registraron un vigoroso crecimiento en marzo, tanto en términos reales como nominales, y se sitúan ya por encima de los niveles previos a la pandemia. Las importaciones también aumentaron con intensidad, aunque menos que las exportaciones. Los bienes de consumo lideraron el ascenso. El saldo comercial total acumulado hasta dicho mes arroja un déficit de 3.300 millones de euros, menos de la mitad del registrado en el mismo periodo del año pasado, aunque el saldo no energético presenta un superávit de casi 2.000 millones. El comercio mundial se encuentra en una fase fuertemente expansiva, reflejo de la recuperación económica global, que añade impulso a la economía nacional.
Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.