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Nuevas finanzas en el mundo

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Tras la gran crisis del viejo mundo, las finanzas están cambiando en todo el globo, en diferentes formas que determinan cómo se produce el desarrollo económico durante décadas. El porcentaje de población sin acceso a cuentas bancarias ha caído radicalmente. En India se ha conseguido que el 80% de la población tenga una cuenta (en 2011 era sólo el 35%), como parte de una estrategia nacional que considera que la inclusión financiera es parte esencial de la inclusión social. No obstante, aún son 190 millones de indios los que no la tienen. Y en China son 225 los millones de habitantes “desbancarizados”. No es que con la bancarización se erradique la pobreza o se garantice el empleo. Pero se consigue introducir formalidad en los mecanismos de gasto y ahorro. Se favorece la comprensión de aspectos de educación financiera esenciales para la organización familiar.

En estos países —y en otros muchos— la digitalización se está convirtiendo en un mecanismo básico para extender el acceso a las finanzas. Se pasa directamente a la banca por móvil, sin oficinas bancarias. En India, la mayor parte de los móviles permitirá pronto reconocimiento facial y otras posibilidades de identificación personal. La biometría será un poderoso instrumento de inclusión. No sólo financiera, también educativa y sanitaria. Los bancos desempeñan un papel esencial en estos países. Predominan los de proximidad o inclusivos, conscientes de las necesidades de su población y de una lección fundamental: si la misión empresarial bancaria introduce aspectos sociales, ganan todos, clientes y bancos. Es una de las conclusiones que el congreso del Instituto Mundial de Banca Minorista (WSBI, por sus siglas en inglés) alcanzó la semana pasada en Nueva Delhi.

«Hay un estrato de riesgo que no debe menospreciarse. El que hace que buena parte de la financiación —en muchos casos empresarial pero en países emergentes también personal— se esté canalizando por vías no bancarias y con sistemas de soporte débiles».

Con otra escala de medición, Occidente también cuenta con nuevos problemas financieros. El modelo basado en oficinas se transforma y gana peso el factor digital. Entre ambos, se abre un camino mixto en el que la descentralización no debe implicar deshumanización. La vertiente comercial de los empleados bancarios se va a multiplicar y no se va a realizar sentados en una silla sino en movilidad o conectados. Pero el cliente también cambia. Porque se transforman sus necesidades. A los dos lados del Atlántico hay problemas para acumular ahorro y el estancamiento salarial lo explica en gran medida.

Por encima de estas finanzas personales en rápida evolución hay también un estrato de riesgo que no debe menospreciarse. El que hace que buena parte de la financiación —en muchos casos empresarial pero en países emergentes también personal— se esté canalizando por vías no bancarias y con sistemas de soporte débiles. En India, plataformas no bancarias que prestan financiación han acumulado el 60% de los préstamos y logran sus fondos con bonos a corto plazo cada vez menos líquidos. En China, los préstamos peer-topeer (plataformas de crédito privadas digitales) están inmersos en grandes escándalos. La inclusión financiera es también reducir el riesgo. Y saber donde está.

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