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Más empleo en un mercado laboral que mengua

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El empleo sigue creciendo a buen ritmo. Según la Encuesta de Población Activa para el primer trimestre, el número de ocupados se aproxima a los 18.900 millones, cerca de 450.000 más que un año antes. Gracias a ello, se ha recuperado la mitad del terreno perdido por la crisis. Los avances más significativos son para las mujeres y los mayores de 55 años. En ambos casos, el empleo alcanza el nivel pre-crisis, incluso lo supera para los trabajadores mayores. Sin embargo, sólo el 31% del empleo perdido por los hombres en edades centrales se ha restaurado y la tasa no llega al 20% en el caso de los jóvenes.

¿Hasta qué punto puede seguir creciendo el empleo sin tensionar el mercado laboral? El paro estructural se suele considerar como el principal factor limitativo. Es decir, la creación de puestos de trabajo podría topar con situaciones de escasez de mano de obra cualificada y de presiones inflacionistas. Sin embargo, esta es una perspectiva remota: la tasa de paro se sitúa en el 16,7%, lejos de su nivel estructural y los salarios se han estancado.

La otra variable importante es la población activa, que incluye a las personas que están efectivamente disponibles para trabajar. Según la EPA, la población activa, que había aumentado durante la crisis, parece haber emprendido una senda decreciente desde el inicio de la recuperación económica. Esta tendencia es sorprendente.

Gráfico 1

(*) Dato para el primer trimestre de 2018 sin anualizar.

Lo normal es que los trabajadores se desanimen en periodos de recesión y salgan del mercado laboral. Y al revés, la expansión suele ir de la mano de nuevas entradas a la población activa. Esto es lo que ocurre en la mayoría de países de nuestro entorno. Así pues, el año pasado la población activa creció en todos los países de la zona euro, mientras que en España se redujo en 100.000 personas.

«La tasa de actividad de los jóvenes sigue cayendo, consecuencia de una permanencia en las aulas más prolongada que en tiempos pasados, pero también de las dificultades que viene arrastrando el país en la transición de la escuela al mercado laboral».

Para explicar la caída de la población activa en plena bonanza económica hay que recurrir al factor demográfico. En España el envejecimiento poblacional es uno de los más intensos del mundo desarrollado. Este proceso incide sobre la población activa por la escasa presencia en el mundo del trabajo de los grupos de mayor edad.

Además, la tasa de actividad de los jóvenes sigue cayendo, consecuencia de una permanencia en las aulas más prolongada que en tiempos pasados, pero también de las dificultades que viene arrastrando el país en la transición de la escuela al mercado laboral. Finalmente, la proporción de hombres en edades centrales registra una leve pero continua reducción. Este fenómeno de desánimo en la población masculina también se observa en otros países, especialmente los nórdicos. Las bajas por enfermedad de larga duración y las dificultades a que se enfrentan los trabajadores poco cualificados en la economía digital dominada por los servicios, podrían explicar esta tendencia. Elemento agravante, en España la caída de la tasa de actividad masculina se produce a partir de un nivel relativamente bajo.

Pero también hay buenas noticias, entre las que destaca la mejora tendencial de la incorporación de la mujer en el mercado laboral. Fruto de ello, la tasa de actividad la mujer española supera la media europea.

Gráfico 2

Por otra parte, los flujos migratorios se han revertido. Ahora entran más personas de las que salen a buscar una oportunidad de empleo en otro país. Además, hecho inédito en comparación internacional, la tasa de actividad de los inmigrantes es similar a la de los españoles.

De cara al futuro, para que logros en la participación de la mujer y de los inmigrantes contrarresten la adversidad del factor demográfico, se necesitan medidas que impulsen la participación, mejoren la transición de los jóvenes al mercado laboral y faciliten la conciliación. Así se contendrá la erosión de la actividad, de la base de financiación de la seguridad social y del potencial de crecimiento del empleo.

Fuentes de los gráficos: INE (EPA), Eurostat y Funcas.

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