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La reforma fiscal 2014 y la opinión de los asesores fiscales

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El sistema fiscal español funciona básicamente bajo el mecanismo de la autoliquidación, por el cual el propio contribuyente declara el hecho imponible, valora la normativa y la aplica con la finalidad de calcular su obligación tributaria. En consecuencia, los asesores fiscales desempeñan un papel muy importante en la aplicación de los impuestos, por lo que resulta, sin duda, interesante conocer su opinión sobre el sistema fiscal.

En colaboración con las dos asociaciones profesionales más importantes en España (AEDAF y REAF), preparamos un cuestionario on-line que fue distribuido entre asesores fiscales a finales de 2012. Las respuestas recibidas nos permitieron conocer su opinión sobre aspectos fundamentales de los impuestos relacionados con la eficiencia, la sencillez y la equidad del conjunto del sistema fiscal, y muy en particular de dos impuestos esenciales, como son el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) y el impuesto de sociedades. Esta información –la cual es habitual que se recopile también en otros países– puede convertirse en un input adicional –una vez filtrados, como en este artículo hemos intentado hacer, los posibles sesgos de las respuestas– a la hora de proponer reformas fiscales por el conocimiento directo que los profesionales tienen de la realidad. En el momento en que se llevó a cabo la encuesta, se empezaban a oír voces que, desde diversos ámbitos, reclamaban la necesidad de una reforma fiscal para España, cuya necesidad, en parte, se veía acentuada por la grave crisis económica y de las finanzas públicas. Los resultados de la encuesta no hicieron sino reafirmar esa demanda, pero también calificaban el sistema fiscal español como un sistema excesivamente complejo por la hiperactividad legislativa, con importantes costes de eficiencia, los cuales no se veían compensados –a juicio de los encuestados– por una distribución progresiva de la carga tributaria.

Posteriormente, a finales de 2014, se aprobó una reforma fiscal, que entra en vigor de manera gradual en 2015 y 2016. La reforma introduce importantes cambios en el IRPF y sociedades, modificaciones que afectan las tarifas impositivas, pero también otros elementos relevantes que inciden en el cálculo de las bases imponibles y de las cuotas impositivas finales. ¿Cómo se pueden valorar los cambios recogidos en las leyes 26/2014 y 27/2014, de 27 de noviembre? Al respecto, podemos avanzar que los cambios más relevantes son coherentes con las opiniones de los asesores fiscales y, en general, también van en la línea sugerida por la literatura académica. En algunos casos, de hecho, se han modificado aspectos sobre los cuales la opinión de los asesores fiscales es muy clara. Por ejemplo, las mayores restricciones introducidas a la aplicación de la estimación objetiva en el IRPF deben valorarse positivamente, de acuerdo con la opinión de los profesionales, la cual no difiere de la que se ha dado también desde la academia. Lo mismo sucede respecto a la simplificación de las tablas oficiales de amortización, que ha supuesto reducir el número de elementos regulados de más de 650 a únicamente 33. El beneficio de la simplicidad puede tener la desventaja de no calcular correctamente la depreciación efectiva y, por tanto, afectar las decisiones de inversión empresarial; no obstante, en opinión de los profesionales, el impuesto sobre sociedades no es un elemento clave a la hora de tomar esas decisiones. El nuevo tratamiento dado a la financiación propia del impuesto sobre sociedades para lograr una mayor neutralidad con respecto a la financiación ajena, en opinión de los profesionales, de nuevo, no es un tema muy relevante en la toma de decisiones empresariales sobre cómo financiarse. Ahora bien, como se ve en el artículo, los asesores abogan claramente por una reforma global del sistema fiscal español que, entre otros impuestos, debería incluir el IVA y la imposición sobre la riqueza (patrimonio y sucesiones, en particular), impuestos que la nueva reforma ha orillado totalmente. Y, finalmente, un tema fundamental para los asesores, y el cual sólo podremos valorar en el medio plazo, ¿se va a lograr una normativa más estable y duradera, que ponga fin a la fuente principal de complejidad del sistema fiscal español?

Esperamos que este tipo de análisis se puedan realizar de manera recurrente, aunque, como es obvio, esto no significa que la opinión de los asesores fiscales deba determinar el contenido de una reforma fiscal. No obstante, el planteamiento de preguntas en un sentido claramente positivo, puede ser de gran utilidad para conocer la visión real que en el mundo de la asesoría profesional se tiene de nuestro sistema fiscal.

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