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La economía mejora, pero sigue siendo muy vulnerable Un punto débil es la creciente deuda pública, cuyo control no deja margen para alegrías fiscal-presupuestarias

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Entre la información más relevante conocida en las últimas semanas, destaca la contabilidad del primer trimestre del año de los sectores institucionales. Concretamente, hoy quería dedicar la atención a las cuentas de los hogares. Pero antes, creo que hay unos cuantos temas de rabiosa actualidad y gran importancia que merecen alguna mención.

En primer lugar, parece que el problema griego se encauza positivamente. Con ello se disipa uno de los mayores riesgos para que se cumplan las alentadoras previsiones económicas a corto plazo para España, que esta semana han ratificado el FMI y la OCDE. Ahora bien, todo esto ha puesto de manifiesto la gran vulnerabilidad que todavía tiene la economía española, que se manifiesta en la subida de la prima de riesgo cuando los inversores se ponen nerviosos y deshacen posiciones en activos de los países más débiles y con mayor riesgo. Esta vulnerabilidad es de orden financiero (elevada deuda privada, el déficit público más alto de la zona euro y una deuda pública que no es la más alta, pero sigue creciendo y roza ya el 100% del PIB), de orden económico (la segunda tasa de paro más alta de la zona euro) y de orden político interno (incertidumbre sobre la gobernabilidad tras las elecciones).

Por ello, el cumplimiento de los objetivos fiscales, que esta semana ha ratificado el Gobierno, es muy importante. El año próximo hay que reducir el déficit público en 1,4 puntos porcentuales del PIB, hasta el 2,8%, lo que supone unos 15.000 millones. Pero a ello hay que añadir la muy probable desviación que se va a producir este año, lo que eleva esa cifra a casi 20.000 millones. Afortunadamente el crecimiento esperado de la economía y, por lo tanto, de los ingresos públicos pueden aportar por sí solos unos 15.000 millones (por eso el objetivo no es tan difícil y duro de cumplir). Pero quedan otros 5.000 millones que necesariamente corresponden a la reducción del gasto (un 1% del mismo). Estas cifras aproximativas nos llevan a concluir, primero, que no hay margen aún para bajar los impuestos y, segundo, que tampoco ha llegado el momento de aumentar el gasto. Al sector público le queda aún un largo camino para completar sus deberes.

GRÁFICO 1

Fuente: INE.

Por lo que respecta a la economía de los hogares, lo más destacable es que la renta disponible afianza su crecimiento. Si tomamos el acumulado de los cuatro últimos trimestres como medida de la tendencia y para soslayar la estacionalidad propia de las cifras trimestrales, esta crece a un ritmo del 2,5% sobre los cuatro trimestres anteriores (gráfico 1). Dicho crecimiento viene fundamentalmente de las remuneraciones salariales y de las rentas de la propiedad netas, debido en este último caso al aumento de los dividendos recibidos y al descenso de los intereses pagados. En cuanto a las rentas salariales, todo el aumento proviene de la creación de empleo, ya que los salarios medios permanecen estancados.

GRÁFICO 2

Fuente: INE.

GRÁFICO 3

Fuente: Comisión europea e INE.

Los gastos en consumo también siguen aumentando, pero ya no lo hacen por encima de la renta, como sucedía en los trimestres anteriores, lo que se traduce en una ligera recuperación de la tasa de ahorro. Ello es bueno para reducir esas vulnerabilidades antes señaladas (gráfico 2). Hay que tener en cuenta que la tasa de ahorro de los hogares españoles es bastante inferior a la media de la zona euro (gráfico 3) y su deuda, superior.

GRÁFICO 4

Fuente: INE.

El ahorro y las transferencias de capital netas constituyen los recursos de capital con los que los hogares financian su inversión en capital fijo, que fundamentalmente es vivienda. Esta también ha empezado a crecer, pero todavía sigue siendo inferior a dichos recursos, lo que genera una holgada situación de superávit en las cuentas (gráfico 4).

En resumen, la economía familiar, sobre todo de los que encuentran empleo, está mejorando, lo que permite aumentar el consumo. Pero ello no debiera llevar a reducir el ahorro, pues la economía española lo necesita.

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