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G20 y el individualismo económico

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Lo que sucede con el Brexit y la respuesta del G20 me recuerda a la conversación entre Rick y el Capitán Renault en Casablanca: —«¿Por qué viniste a África?» —«Quería un lugar con mar» —«Pero si África es puro desierto» —«Entonces debe ser que me informaron mal». El Brexit llegó como la promesa de un falsó maná para sus defensores. El G20, reunido este fin de semana en China, con el Brexit como principal preocupación, trató de ofrecer calma al asegurar que será proactivo para prevenir sus consecuencias. Pretende, así, asegurar que caminaremos por el desierto de la emancipación británica sin dolor.

Ese «no pasa nada» que entona el grupo de los países más ricos preocupa porque sólo nos recuerda que pasa de todo. Otro botón de muestra es el discurso del anfitrión de esta reunión, China, asegurando al resto de asistentes que ellos no pueden seguir tirando del crecimiento mundial como hicieron durante la gran crisis. ¡Y tanto que no pueden! China sigue sumida en un falso estímulo, sin fuerza ni realismo y, junto a otros emergentes, inciden en que el crecimiento mundial siga encogiendo.

En un entorno en el que el mundo retrocede moral y económicamente, cunde el individualismo. Es una respuesta discutible a la falta de referencias en el actual entorno globalizado, que sacrifica la posibilidad de avanzar mediante acuerdos y solidaridad de grandes grupos y, en su lugar, trata de lograr beneficios propios mediante negociaciones exclusivas. Ese «yo me apaño mejor sólo que en tu club» con el que, por ejemplo, se vendió la salida de Reino Unido de la UE. El colmo de estos errores es que tienen un fuerte soporte supuestamente intelectual que está muy poco motivado. Cunden opiniones un pelín arrogantes —y, seguramente, interesadas— en prensa especializada internacional que aseguran que esto del Brexit no es para tanto, que el susto inicial en los mercados ya ha sido asumido y que, incluso si hay recesión en el Reino Unido, luego todo será, fundamentalmente, normal.

«La notificación del uso del artículo 50 es como un disparo y nadie tiene prisa por apretar el gatillo. Hay ya negociación y puede extenderse más allá de los dos años que se prevén. El tratado de la UE contempla que ese período de «desconexión» pueda alargarse (incluso acortarse) si fuera preciso».

Los que miran a los mercados como referente tranquilo de la transición sugieren que en cuanto Reino Unido invoque oficialmente el artículo 50 del Tratado de la UE para la salida del club, la calma será la pauta dominante. Opino que ese no será el fin de la incertidumbre sino el principio. Será entonces cuando habrá que manejar distintos escenarios muy delicados. Y será el principal laboratorio mundial sobre las consecuencias del individualismo. El escenario más optimista en el caso de la separación británica es uno en el que se quedan ingredientes de la relación anterior con la UE pero en el que Reino Unido tiene más libertad comercial.

La relativa calma actual en los mercados se debe a que la notificación del uso del artículo 50 es como un disparo y nadie tiene prisa por apretar el gatillo. Hay ya negociación y puede extenderse más allá de los dos años que se prevén. El tratado de la UE contempla que ese período de «desconexión» pueda alargarse (incluso acortarse) si fuera preciso. El G20 poco podrá decir al respecto, salvo evaluar daños y lanzar los oportunos manifiestos que, desde 2008, suelen quedar en poca cosa.

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