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El regreso de la inflación

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La economía española está saliendo de una situación excepcional desde el punto de vista de la inflación. En octubre el índice de precios al consumo experimentó un importante aumento, lo que sitúa la tasa anual de inflación en terreno positivo por segundo mes consecutivo.

El repunte de la inflación deja atrás más de dos años de caída de precios al consumo, facilitado por el abaratamiento de las importaciones de petróleo y otras materias primas. Durante todo ese periodo —y esto es esencial recordarlo— los precios de los bienes y servicios producidos en el país seguían incrementándose.

Este doble movimiento (abaratamiento del coste de los bienes y servicios consumidos por una parte, y alza de los precios de la producción por otra parte), generó un aumento sustancial de la renta disponible de empresas trabajadores y pensionistas, alentando la recuperación de la economía española. Por ejemplo, se estima que la cuarta parte del crecimiento de la renta familiar prevista para este año (un sólido 3,1%) se debe a la caída de los precios al consumo. Dicho de otra forma, la creación de empleo, por sí sola, no explica el vigoroso aumento de la renta familiar y del gasto en consumo privado. La evolución de los precios ha contribuido a mejorar los excedentes empresariales, pero también ha sustentado el poder adquisitivo de los salarios y de todos aquellos que viven de una prestación social.

GRÁFICO 1

GRÁFICO 2

Fuentes: INE, Funcas (previsiones) y Eurostat.

Además, la caída de los precios se ha reflejado en la competitividad. La economía española depende más que otras de los hidrocarburos y las materias primas en general. Esta es una de las causas del diferencial favorable de inflación con respecto a otros países de la zona euro, así como del dinamismo exportador.

«La renta disponible seguirá aumentando con intensidad, pero menos que este año y fundamentalmente gracias a la generación de puestos de trabajo. Con el regreso de la inflación se anticipan mayores tensiones entre márgenes empresariales y salarios».

Asimismo, el espectro de la deflación ha llevado a que el Banco Central Europeo adoptara medias monetarias ultra-expansivas para animar el crédito y estimular la inversión. Algo a lo que no son ajenas la reducción de la prima de riesgo que soporta la deuda española, el abaratamiento de las hipotecas y la disminución de las cargas financieras que soportan las empresas. Estos vientos de cola que han nutrido el crecimiento y suavizado los rigores de la crisis están llegando a su fin. Los productos energéticos se han encarecido por primera vez en dos años. Los precios de los carburantes y combustibles, así como los precios de bienes y servicios intensivos en hidrocarburos, como el transporte, han aumentado con intensidad, en consonancia con la evolución de los mercados internacionales y la apreciación del dólar. También se ha encarecido la factura eléctrica, por factores específicos y la anómala fórmula que sirve de base a la fijación de los precios en el sector.

Se espera que en 2017 el índice de precios al consumo crezca en torno al 1,5%, lo mismo que los precios a de la producción. Por lo tanto, se cierra la brecha que se había producido a favor de la economía española.

La renta disponible seguirá aumentando con intensidad, pero menos que este año y fundamentalmente gracias a la generación de puestos de trabajo. Con el regreso de la inflación se anticipan mayores tensiones entre márgenes empresariales y salarios. Y, a falta de ajustes, muchos pensionistas se enfrentan a una pérdida de poder adquisitivo, —el recorte podría superar un 1%—, bajo el supuesto de una revalorización de las prestaciones de las pensiones del 0,25%, como el estipulado en la fórmula. Asimismo, se revertiría el diferencial de inflación con la zona euro.

Por otra parte, se agota el ciclo de reducción del coste de la deuda. Algo que ya augura la última colocación de letras del tesoro español, que ha supuesto un ligero repunte de los tipos de interés. El cambio de expectativas de inflación en los EE.UU. también podría provocar un endurecimiento de la política monetaria en ese país, que tendría repercusiones en Europa.

Con el regreso de la inflación y un entorno externo más turbulento, la recuperación dependerá del fortalecimiento de la economía real.

 

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