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El horizonte no está despejado

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La información conocida esta semana sobre la economía española y la internacional nos ha dejado un sabor agridulce y con algunas incertidumbres. Por un lado, el INE confirmó que el PIB había crecido tres décimas en el cuarto trimestre del pasado año. También supimos que la inflación se comportó en enero algo mejor de lo previsto, reduciéndose una décima, hasta el 0,2%. La balanza de pagos por cuenta corriente de noviembre volvió a registrar superávit, aunque menor que el del mismo periodo del año anterior, lo que se debe sobre todo al debilitamiento de las exportaciones. Los indicadores de clima económico y confianza de enero publicados por la Comisión Europea fueron positivos, mejorando especialmente el de los consumidores y el del sector de servicios, que está pasando un buen momento gracias a la buena  marcha del turismo.

Pero también el INE nos dio a conocer el Índice de Comercio al por Menor de diciembre, que sorpresivamente dio una abrupta caída del 3,5% sobre el mes anterior, justo cuando estábamos notando que el consumo de los hogares empezaba a recuperarse. El dato es tan malo y se sitúa tan fuera de la tendencia de los últimos meses que habrá que dejarlo en cuarentena hasta disponer de la información de los próximos meses. Además, este hundimiento del consumo de bienes no es coherente con la mejora de la confianza de los consumidores que se produjo en diciembre y que, como se ha señalado, se ha reforzado en enero.

Pero quizás las mayores incertidumbres vienen de más allá de nuestras fronteras. Lo sucedido en Argentina, con la fuerte depreciación del peso (normal en una economía que tiene una inflación de más del 20%), no habría sido más que una anécdota si no hubiese puesto nerviosos otra vez a los mercados internacionales de capitales. Y es que hay mar de fondo. La enorme expansión de la liquidez llevada a cabo por los bancos centrales para luchar contra la recesión, especialmente en los EE.UU., inundó los países emergentes, lo que unido a la fuerte demanda de sus materias primas por parte de China y otros países de fuerte crecimiento, propició un sólido avance de sus economías, pero acompañado de elementos especulativos, apreciaciones de sus monedas, burbujas inmobiliarias y déficit de balanza de pagos en algunos casos. Ahora la Reserva Federal ha iniciado el largo y complicado proceso de retirar liquidez una vez que la recuperación en los EE.UU. se consolida. Todo ello está provocando la retirada de los capitales de los países emergentes, con las consecuentes presiones a la baja sobre el valor de sus divisas, que estos intentan frenar subiendo sus tipos de interés. Los países emergentes se quedan con menos financiación y a un coste más alto, a la par que el crecimiento de China se debilita y se reduce la demanda de las materias primas. Es poco probable que todo esto provoque nuevos episodios de crisis financiera a escala internacional, pero sí es bastante probable que la ralentización del crecimiento de los países emergentes que se ha producido en 2013 continúe e incluso se profundice.

blog_030214_01blog_030214_02Fuentes: Mº de Economía, INE y AEAT.    Gráficos elaborados por A. Laborda. 

Este escenario no es favorable para España. Ciertamente la recuperación se ha iniciado, pero las bases de la misma no son sostenibles en la actual coyuntura. Como se ve en los gráficos adjuntos, el crecimiento del PIB de la segunda mitad del pasado año se ha apoyado enteramente en la recuperación de la demanda interna, tanto del consumo como de la inversión en capital fijo, mientras las exportaciones disminuyen como consecuencia del debilitamiento de los mercados emergentes, hasta el punto de que la aportación del saldo exterior ha pasado a ser negativa. El escenario financiero internacional va a propiciar que la demanda interna española siga su curso de recuperación, ya que los capitales se repliegan de los países emergentes y se refugian en los desarrollados, lo que aumenta la disponibilidad de financiación y reduce su coste en estos últimos, incluida España. Esto puede sonar bien, pero unido al debilitamiento de las exportaciones provocaría que los procesos de ajuste de nuestros desequilibrios todavía inconclusos, sobre todo la reducción del endeudamiento, se frenaran. La balanza de pagos de noviembre ya lo está indicando. Y no tendría mucho recorrido la recuperación si los actuales niveles de endeudamiento del sector privado y de déficit del sector público no continúan corrigiéndose. Dicho de otra manera, hace falta aumentar el ahorro en España y, hoy en día, esto está sobre todo en el tejado del sector público.

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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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