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El enfermo se recupera, pero le fallan las fuerzas

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La información coyuntural más relevante en la última semana ha sido el IPC de enero y el conjunto de indicadores elaborados por la Agencia Tributaria en base a las declaraciones mensuales de los diversos impuestos por parte de las grandes empresas, con datos de diciembre. A estos efectos, las grandes empresas no lo son tanto, pues se consideran tales las que en el ejercicio anterior facturaron más de seis millones de euros. Son unas 28.000 empresas, cuyas ventas totales suponen las dos terceras partes del total del censo de declarantes. Por ello, los datos obtenidos son muy representativos del conjunto de la economía, aunque haya sectores (refino de petróleo, electricidad, construcción de vehículos o transporte aéreo y por ferrocarril) mucho mejor representados que otros (construcción y promoción inmobiliaria, hostelería y restauración, transporte por carretera o los servicios personales). Los datos se ofrecen corregidos de calendario laboral y a precios constantes, lo que los hace muy idóneos para el análisis de la coyuntura.
Las ventas totales declaradas pueden utilizarse como un indicador de la evolución del PIB o valor añadido bruto, aunque no deben confundirse con él, pues para ello habría que restarles los consumos intermedios. En el gráfico superior izquierdo vemos cómo este indicador, al que se le ha sometido a un proceso de suavización para eliminar la típica volatilidad de los datos mensuales, nos muestra perfectamente el perfil del PIB durante los años de crisis. Una profunda caída durante 2008 y primeros meses de 2009, que fue frenándose rápidamente hasta convertirse en una modesta recuperación a finales de 2009 y primera mitad de 2010. Fueron los famosos brotes verdes que pronto se marchitaron bajo el peso de los problemas que arrastraba la economía española y el colapso financiero que produjo el estallido de la crisis de la deuda en Grecia. En 2013 las ventas fueron de nuevo frenando su ritmo de caída hasta que a mediados de año empezaron a crecer tímidamente. Lo mismo que nos dice la contabilidad nacional respecto a la evolución del PIB, con una diferencia en los últimos meses: este último se ha acelerado en el cuarto trimestre, según el avance del INE, mientras que las ventas no. Otros muchos indicadores de producción y demanda nos muestran los mismos resultados. Da la impresión, por tanto, que se produjo un fuete repunte en el tercer trimestre (el PIB pudo haber crecido más del 0,1% estimado provisionalmente), pero que en el cuarto ha perdido fuerza.

blog170114_01blog170114_02(1) IPC excluidos productos energéticos y alimentos sin elaborar.
Fuentes: AEAT, INE y Funcas (series suavizadas y previsiones IPC).
Gráficos elaborados por A. Laborda.

Esta pérdida de fuerza provendría, por un lado, de la demanda interna, como se ve en el desglose de las ventas totales entre las destinadas al mercado interior y las destinadas a la exportación. La recuperación de las ventas interiores de bienes de consumo y de equipo productivo ha perdido intensidad en el cuarto trimestre [gráfico superior derecho]. Pero sobre todo, el freno viene causado por la caída que experimentan las exportaciones y, más concretamente, las destinadas a los países emergentes, que han sido hasta hace poco las que más crecían. Si estas exportaciones no se recuperan, va a ser difícil que el avance de la economía española gane intensidad a lo largo de este año.

Otro indicador interesante que proporciona la Agencia Tributaria es el de perceptores de rendimientos del trabajo (asalariados). En sintonía con la EPA y las afiliaciones a la Seguridad Social, este indicador muestra una mejoría, que no se ha sustanciado aún en tasas de crecimiento trimestral o mensual positivas como los anteriores, pero que puede hacerlo pronto [gráfico inferior izquierdo].

Por lo que respecta al IPC, los precios cayeron en enero casi igual que un año antes (-1,3%, al incluir el efecto de las rebajas), por lo que la tasa de inflación anual apenas cambió: de 0,25% bajó a 0,20%. Los precios siguen congelados. El dato más revelador es que la tasa anual de los servicios (los más inflacionistas tradicionalmente) es negativa, -0,1%, lo que es un hito histórico. Pero también los salarios están congelados y, con seis millones de  parados buscando empleo, no es previsible que aumenten a corto plazo. Son tasas –las de los precios y las de los salarios- muy bajas, que no ayudan a la recuperación ni menos a soportar mejor las cargas financieras de una economía tan endeudada. Pero la baja inflación de los precios tiene algo de positivo: que los hogares no sigan perdiendo poder adquisitivo. Las previsiones [gráfico inferior izquierdo] apuntan a que la inflación se  mantenga durante todo el año entre el 0 y el 0,6%, con una media anual de tan sólo el 0,3%.

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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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